El Concejo Municipal ariqueño aprobó recursos por 40 millones 627 mil 795 pesos para la instalación de bicicletas eléctricas y estaciones de recarga a energía solar. Las estaciones de recarga se ubicarán en la Dirección de Desarrollo Comunitario y la Dirección de Medio Ambiente Aseo y Ornato.

Esto, debido a que, en principio, esta iniciativa beneficiará a trabajadores de ambas direcciones municipales, como una manera de conocer su funcionamiento. Posteriormente se irá haciendo extensiva a toda la comunidad, según se comentó desde el gobierno comunal.

Más allá de los matices con los que se analice, es una buena iniciativa el que el municipio esté impulsando la movilidad en bicicletas eléctricas. No sólo es una decisión que está en sintonía con grandes y modernas ciudades en el mundo, sino que también se condice con la declaración del mismo gobierno comunal que apunta a diversificar los modos de transporte en la ciudad.

Sin embargo junto con ello siguen siendo necesarias otras señales, entre ellas el facilitar los espacios para el desplazamiento de los usuarios de las bicicletas. Más allá de las ciclovías construidas y entregadas hace ya un par de años por el Ministerio de Vivienda, no se han visto nuevas iniciativas y mejoras.

Por el contrario, el parque automotor sigue creciendo en desmedro de otros usuarios del sistema, lo que muestra que cualquier desincentivo no ha logrado la meta. El lector Rayko Karmelic escribió esta semana a la sección Dinos lo que Piensas de "La Estrella" lo siguiente: "No puedo explicarme cómo proyectos recientemente ejecutados como: Panamericana Norte, camino al aeropuerto, Capitán Ávalos y otras, no hayan considerado una ciclovía". Y agrega: "Las nuevas urbanizaciones (por ejemplo: sector alto camino a las pesqueras) del Ministerio de Vivienda, consideran calles y veredas pero no ciclovías".

Es un diagnóstico ciudadano y claro. Aún queda un enorme camino por recorrer en esta idea para hacer realidad una ciudad a escala humana, algo que vaya mucho más allá de los diagnósticos y los estudios. Es algo que requiere acciones concretas.

Ruido, alta congestión, contaminación y exceso de basura son los principales impactos que generan los eventos masivos que se desarrollan en el mundo cada año. En un contexto de cambio climático y problemas ambientales, cobran mayor relevancia en la apremiante necesidad de hacerse cargo de sus efectos. Pero no todo es residuos. ¿Qué ocurre con los impactos invisibles como el aire y el agua? La clave está en diagnosticar primero el problema, para dimensionarlo, y luego aplicar medidas de regulación, que motiven al sector a cumplir con lo correspondiente.

Por eso ya no basta con solo disponer de puntos de reciclaje en conciertos o eventos al aire libre. Si bien se trata de un avance concreto impulsado en la última década, una acción de ese tipo realizada de manera aislada no resuelve el problema de fondo.

Hoy es urgente que comprendamos la real dimensión del problema para así vincular, sostener y garantizar a través de un conjunto de medidas que logren disminuir el impacto ambiental, donde todos aquellos que generamos el problema seamos también parte de la solución.

Cada actividad masiva necesita una estrategia sustentable diferente y para saber cómo abordarlo es fundamental la experiencia y manejar los datos. Hay medidas que serán factibles de implementar, mientras que otras deberán ser focalizadas donde se logre el mayor impacto. Lo importante es levantar de manera sistemática indicadores que ayuden a validar y garantizar su efectividad y compensar así la deuda que tenemos con el medio ambiente.

El Programa Huella Chile anunció una herramienta de medición de huella de carbono para eventos, lo que se traduce en un gran paso para la democratización de esta iniciativa.

El gran desafío que tenemos hoy como país es transformar nuestras conductas culturales, comprender que estos resultados nefastos son producto de nuestra indiferencia ante un problema global, acostumbrados a responsabilizar a otros, pero donde cada uno es parte de la solución.