Camila Fabbri, autora de "Los Accidentes":
Tragedias dedicadas a lectores minuciosos
-¿Cómo nacen tus personajes?-
-Con una "imagen generadora". Para empezar a escribir cualquier cosa, una obra de teatro, un cuento, una novela, siempre parto de algo muy pequeño, casi anecdótico. Una mujer espera un colectivo fumando un tabaco quemado, un niño de siete camina solo por la calle y se tapa los oídos, un grupo de corredores atraviesa una avenida con el semáforo en rojo. Algo que vemos, muy mínimo, en la vía pública o en una situación que rebalsa lo cotidiano puede ser el puntapié de una ficción.
-¿Piensas en un posible lector?
-Muchas veces sí y es curioso eso, porque va cambiando. Hay ciertos referentes vivos, escritores, escritoras, artistas que desearía leyeran esas líneas y les pase algo, lo que sea, pero algo. Y también están los familiares, los amigos, los cercanos, esos que van variando todo el tiempo. Esos que te leen con detalle y así como te ven la cara a diario y pueden entender si estás mal o bien, si engordaste o adelgazaste, si escribiste o estás anulada, esos parece que al fin de cuentas son los lectores minuciosos.
-Cuéntame algo del epígrafe de William Carlos Williams que elegiste.
-Me parecía que lo más atinado eran unas simples líneas que señalaran desgarro. Cualquier tipo de desgarro, tal vez uno doméstico, tal vez el peor de los desgarros. Me dejé llevar por el nombre "Destrucción total" y también por la brevedad.Confieso cierta debilidad por los poemas breves y por el haikú. Me pareció el verso más atinado del mundo, en ese entonces, el del fin de la gata, el comienzo del frío, el fin de la pulga, el fin sobre el fin más el fin.