Las mujeres también fueron a la guerra
-¿Por qué rescatar a las mujeres de la Guerra?
-Cuando viví en Iquique el año 2017, empezó a gestarse esta novela. Iquique se transforma cuando se aproxima el 21 de mayo, se hermosea, se desfila, se recrea el combate. Pero no vi mujeres. No encontré nada sobre Irene Morales ni otras soldadas.El relato oficial en todos lados es la gesta militar y me preguntaba qué pasó con la población civil. Allí nació la novela, sumado a la necesidad de incluir a la gente del mar, que en la obra aparece en la figura de la Changa.
-¿Cómo fue para ti vivir de niña en una salitrera?
-Prácticamente todos los niños y las niñas nos conocíamos y habitábamos las calles de Pedro de Valdivia con gran libertad. Recuerdo salir muy temprano y llegar tarde a casa.Si nos daba sed, pedíamos agua en cualquier lugar. Teníamos una hora de dibujos animados y una sola radioemisora, por lo que la imaginación era un recurso preciado. La pampa es un lugar mágico.El viento habla, hay espíritus, duendes, convivíamos con toda esa riqueza y con una gran tradición oral.
-¿Por qué escribiste tu historia desde la "elite"?
- Cuando niña viví en la precariedad. Mi abuela materna cocinaba luche o cochayuyo cuando todos vivíamos del sueldo de enfermera de mi mamá. Y a partir de los 7 años, viví con abundancia porque mi papá, ingeniero civil mecánico, consiguió trabajo en Pedro de Valdivia, la salitrera. Allí, todo lo que antes nos faltó, empezó a sobrar. Así es que no me pareció difícil elaborar el mundo de Vera y Mercedes, las aristócratas; ni tampoco el de Jacinta o Silvia, las mujeres del servicio.