Han pasado varios días de ocurrida la épica marcha de mujeres aquí en Arica y en el resto de Chile, y no puedo sino reflexionar, con cierto orgullo, sobre esta tremenda señal que hemos dado no solo al Gobierno, que desde el principio nos despreció y luego intentó subirse al carro de la victoria a último minuto, sin entender nada, sino a toda la sociedad chilena, sobre la necesidad de seguir avanzando en concretar cambios culturales que permitan también hacer realidad una sociedad más justa e igualitaria para todas nosotras, sin distingo alguno.
Me llena de esperanza ver cómo desde el colectivo social, desde la base más profunda, las agrupaciones de mujeres se siguen levantando para reclamar por una vida digna, mejores condiciones salariales y laborales, mejor acceso a una educación de calidad y salud digna, por el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, a una pensión digna en la vejez y a ser protagonistas de nuestra historia. Estas son todavía aspiraciones que con esperanza y convicción seguimos alzando, hasta que sean una realidad.
Sabemos de los sinsabores diarios que nos produce la inequidad del injusto rol que históricamente se nos ha asignado y lo difícil que ha sido que se nos reconozca el justo derecho a condiciones de igualdad en los distintos ámbitos de la vida, tanto pública como privada - que para todas sigue siendo difícil-, pero que gracias a oleadas del movimiento, como la que ahora vivimos, tal encasillamiento va cambiando lentamente. Si, tenemos derecho a que se compartan las obligaciones de cuidado y crianza en el hogar, tenemos derecho a trabajos de toda índole y a igual salario por trabajos de misma responsabilidad, tenemos derecho a compartir en mismos términos los espacios de poder, tenemos derecho a vivir libremente y sin miedo a sufrir o incluso morir en manos de aquellos que dicen querernos.
Los resultados de la convocatoria a nivel nacional y local nos instan a seguir trabajando por esa senda, desde cada lugar, ganando cada espacio porque lo merecemos y lo necesitamos y porque con ello, construimos una mejor sociedad. Confío en que lo lograremos, con unidad, desde todos los sectores, no bajemos los brazos, mantengamos viva esa llama, que en nosotras cada día sea un 8M.
Gladys Acuña