La grave situación económica, política y social que afecta a Venezuela ha generado una profunda inquietud en América Latina y en el mundo.
¿Cómo es posible que un país tan rico en recursos naturales esté en la quiebra? ¿Quiénes hicieron que millones de venezolanos sean una diáspora arrancando del país más rico en petróleo de Sudamérica?
Brasil, Colombia, Perú, Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile han sido los destinos de familias venezolanas que han emigrado forzosamente de su tierra, para satisfacer necesidades básicas como la comida, la seguridad y su libertad.
Cúcuta, ciudad colombiana ubicada en la frontera con Venezuela, se ha erigido como el símbolo de la solidaridad mundial. Allí inexplicablemente se han incendiado camiones cargados con ayuda internacional, debido a que el dictador de ese país cerró la frontera para impedir su ingreso.
Mientras el pueblo venezolano muere y sufre por la indolencia de un gobernante, en ese sitio -paradojalmente- continúa detenida la ayuda consistente en alimentos, medicamentos, agua y equipamiento.
Allí hay una policía insana de un dictador que no quiere recibir la ayuda humanitaria para su pueblo. Pese a ello, los camiones se han convertido en un símbolo de esperanza ante la adversidad. Así, donde no llega el barco o el avión, sí lo puede hacer el camión cargado de esperanza. Lo imperdonable es que pese a las carencias, la ayuda sigue sin poder tocar suelo venezolano.
Los camioneros en la historia latinoamericana han sido un símbolo de esperanza. En Chile los recordamos encabezando cruzadas solidarias para damnificados de catástrofes, con camiones recorriendo de norte a sur y viceversa.
También este gremio ha sido actor importante en la vida política de nuestro país. Ejemplo de ello es el paro de 1973 con su presidente nacional León Vilarín y Miguel Sprovera junto a Jaime Arancibia en Arica y luego en los paros regionales. En los últimos años ha destacado el rol del presidente local del gremio, Juan Araya por su defensa de los intereses de la región.
Los camioneros siguen entonces siendo una esperanza, mientras Venezuela se oscurece en un inédito apagón de varios días. Se requiere con urgencia abrir paso a los "camiones de esperanza". De esta manera será posible traer la paz en una nación convulsionada y dividida por la acción irresponsable de un gobernante.
Marcelo Urrutia Aldunate
Profesor