No resultaba fácil ser escritor en el siglo XX, y probablemente menos lo fue para Philip Roth. Nació en un pequeño condado al sur de la ciudad de Newark, en las afueras de Nueva York. Se veía a sí mismo, en su infancia dentro de la comunidad judía, no más que como un "cómico" que ponía sobrenombres a sus profesores y vivía obsesionado con que su madre era, en realidad, su profesora. De esa imaginación nació, en 1959, su primer libro, Goodbye Columbus. En uno de los relatos de ese libro, un joven judío se sube al techo de su sinagoga y amenaza con saltar de ella a menos de que todos se hinquen y admitan que creen en Jesucristo. En otro relato, cuenta la historia de un hombre judío de 59 años que decide tener un amorío con una mujer.
Su primer libro, por una parte, lo hizo merecedor del premio literario más importante de Estados Unidos, el National Book Award, pero no todos estuvieron de acuerdo. El libro fue lanzado, para poner un contexto, 15 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial y del Holocausto Judío, y no resultaba fácil de digerir para algunos. De hecho, en esa época, un rabino de una liga antidifamación, en Estados Unidos, escribió sobre Roth: "¿Qué se está haciendo para silenciar a este hombre? Los judíos medievales habrían sabido qué hacer con él". Algo parecido sucedía con el retrato del adúltero. Un lector le envió a Roth una carta, en la que se preguntaba: "¿Es concebible que un hombre de mediana edad descuide sus negocios y se pase el día entero con una mujer de mediana edad?". Fruto de esas opiniones, creció la noción de que Philip Roth era un escritor "judío antisemita", que "hacía creer a la gente que todos los judíos son unos tramposos y embusteros".
La defensa de roth
En los años siguientes, Roth escribió los libros Cuando ella era buena y El mal de Portnoy, quizás su libro más reputado. En este último, Roth narra a través de escenas entre un psicoanalista y su paciente, las excentricidades sexuales de Portnoy. No resultó fácil, extrañamente, narrar esas escenas, en plena revolución sexual de los años sesenta, ni menos durante el movimiento de liberación sexual femenina. De hecho, en una portada de un diario neoyorkino, sobre la cabeza de Roth, junto a otros escritores, aparecía el siguiente titular: "¿Por qué estos hombres odian a las mujeres?".
Al contrario de muchos otros escritores, Philip Roth salió a defenderse. Dejó que los libros hablaran por sí mismos, pero también quiso explicarlos. Tampoco fue difícil hacerlo, dado que los escritores se convirtieron en personajes tan importantes como los actores o los músicos, y su voz seguía siendo la voz de alguien que importaba. Por otra parte, los comentarios sobre sus libros tenían que ver sobre su tono autobiográfico. ¿Era él quien protagonizaba, realmente, las historias que contaba? ¿Era él el excéntrico, el adúltero, el obsceno?
El corpus de esa defensa está plasmada en el libro ¿Por qué escribir?, recientemente publicado por Random House Mondadori, unos meses después de la muerte de Roth ocurrida en mayo de 2018.