La naturaleza encanta en el santuario del Picaflor
En el kilómetro 14 del Valle de Azapa, el santuario deslumbra por su flora y fauna, pese a las lluvias estivales.
Ni el barro, las lluvias o el intenso calor bajaron el animo de los turistas que desde muy temprano han tenido a la señora María Teresa Madrid, fundadora del Santuario del Picaflor, ocupada atendiendo a quienes viajaron en busca no solo de las esquivas aves, sino de un lugar que incluso dentro de Azapa es un vistazo a la naturaleza, más allá del enfoque productivo de la agricultura.
En el kilómetro 14 del valle de Azapa, frente al local Viznola, está la entrada con el cartel del santuario y más allá, el sendero pasa por medio de vegetación e invernaderos. De pronto, la variedad de flores acusan la llegada al lugar que cubre alrededor de una hectárea, creado para resguardar distintas especies de animales y plantas.
"Esto fue hecho para proteger la flora y la fauna, por ejemplo más abajo hay gallinas, patos, gansos que son para las águilas, los halcones, los cernícalos, los peucos, después en la noche salen conejos que son para las lechuzas, pequenes, búhos y tenemos que cuidar los murciélagos. En general es todo para poder tener colibríes, que en esta fecha hay pocos y justamente cuando más turista llega, se van a descansar a la precordillera, el calor les hace mal, porque hacen mucha revoluciones por minuto al volar, algunos hacen 80, los más chiquititos hacen 100, entonces hay que mojarlos y ponerles un ventilador para que no se desmayen", comentó Madrid.
La variedad de plantas, que van desde las locales hasta especies tropicales y del sur de Chile es otro de los atractivos del sitio, el que posee una serie de caminos conectados, que entre medio posee también verdaderos livings al aire libre, aunque ojo, el comer no está permitido, ya que se evita al máximo que se deje basura, sin embargo se pueden tomar jugos y algunos alimentos livianos.
Lluvias
María Teresa indicó que las lluvias estivales de este año sí afectaron al lugar, "hubo colibríes que no subieron y algunas se reprodujeron, pero las crías estaban pequeñas, cuando tienen diez días la mamá no se posa sobre ellos, entonces cuando cayó agua toda la noche, muchos murieron, tal vez por hipotermia o ahogados en el nido, pero lo bueno es que la lluvia lavó todos los arboles", dijo.
Pese a los cortes de caminos, la muerte de aves y las lluvias, los turistas no pararon de llegar en el mes más movido para el santuario. Benjamín Infante llegó desde Coyhaique junto a Isabel Garrido por primera vez en la región, para ver todo lo que pudieran, incluyendo el santuario y el carnaval. "Tenía conocimiento del santuario y de la excepcionalidad de los picaflores de Arica, nosotros cuando caminábamos pensamos que queda súper claro cuando a una persona le interesa algo, lo puede hacer muy bien si le pone cariño, porque esto es un esfuerzo privado, pero por otro lado es una lástima que este tipo de esfuerzos no esté presente lo público", comentó.
El santuario abre todos los días desde las 10 hasta las 20 horas, con un costo de entrada de mil pesos que ayuda al mantenimiento, cuando antes funcionaba en base a aportes voluntarios.