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La mujer socoromeña que devolvió la vida a iglesias e imágenes

Juanita Crispín encontró en el arte una forma de vida que la llevó a aparecer en las páginas del Financial Times.
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El 4 de septiembre de 2015, una socoromeña aparecía en uno de los principales diarios británicos, el Financial Times. Juanita Crispín, la restauradora, salía así al mundo, mostrando parte de su arte, el mismo que descubrió casi fortuitamente.

Nacida en 1959, pasó sus primeros años en el poblado para luego, como muchos, emigrar a la ciudad. Así vivió sus días, hasta que se encontró sin trabajo y se enteró de un taller de restauración, en el que aprendió la investigación de objetos culturales, así como su análisis y registro, la limpieza, refuerzo y reinstalación auténtica.

"La conocí por la Fundación Altiplano en un proyecto en Socoroma, relacionado con la restauración de su iglesia en el 2011. En ese entonces, hicimos un llamado a las mujeres que quisieran formar parte de la escuela de restauración. Así, ella participó en la restauración de bienes culturales como imágenes y retablos", recordó Cristian Heinsen, director ejecutivo de la Fundación Altiplano.

Juanita demostró grandes habilidades desde el primer momento, razón que le valió un cupo en la fundación. "Participó en varios proyectos de restauración y generando nuevas artesanías, por lo que se transformó en una monitora", agregó Heinsen.

En el Financial Times declaró que "disfruté de mi experiencia allí y aprendí muchas cosas nuevas. De niña vi que las figuras eran de un solo color, pero cuando las investigas, descubres que una vez tuvieron una hoja de oro, una hoja de plata y la reparación las hace lucir mucho mejor que antes".

Crispín contó en ese entonces, que eliminar la suciedad y deshacer el trabajo de reparación incorrecto son los primeros pasos para la recuperación, proceso adaptado a la historia de cada figura.

"Se le abrió así este mundo del arte y del patrimonio y encontró una vocación nueva. Como fundación nos llenaba de orgullo el hecho que ella encarnaba lo mejor de este mundo andino, que conserva lo que tiene", comentó Heinsen.

El legado

Atormentada por un cáncer, Juanita dejó de existir el 1 de enero, junto con la llegada del Año Nuevo. Sin embargo, sus enseñanzas y sus habilidades perduran en quienes la conocieron.

"Tenía un talento excepcional, por eso en el último libro que sacamos, incluimos sus ilustraciones. Lo lanzamos en Socoroma y ella nos acompañó en la fase final de su enfermedad", recordó Heinsen.

Los dibujos fueron así, la compañía en sus últimos días. Instalada en un escritorio, sacaba las ilustraciones que finalmente fueron parte de la publicación Pueblos Andinos de Arica y Parinacota, de la Fundación Altiplano y que relata las técnicas de restauración aplicadas a viviendas.

Crispín contó parte de este trabajo al diario inglés. "Para la pintura de las paredes en casas de adobe, mezclamos tierra de colores con jugo de pera espinosa ". Mientras que para las estatuas tradicionales de la iglesia, contaba que "los nuevos pigmentos se mezclan con un 'paraloid' (resinas termoplásticas de grado de conservación) y un diluyente o barniz. También es posible mezclar pigmento con aceite de linaza o clara de huevo. Donde había pintura de oro o plata, la conseguimos en tiendas especializadas, pero las hojas de oro, bronce o plata se importan de Europa, como eran en la época colonial ".

Así Juanita comenzaba con la tarea de curación de las obras patrimoniales.

"Me gustaría seguir haciendo esto mientras pueda y enseñar a alguien más, a alguien joven a seguir el camino de la restauración. Esas son mis esperanzas ", decía en el 2015.