La reciente cuenta pública de la fiscal regional, Javiera López, dio cuenta de una realidad que ya había sido adelantada por La Estrella de Arica en su sección de reportajes dominicales: El incremento en los delitos relacionados con el crimen organizado y el uso de armas de fuego.
Se trata de una realidad que se ha instalado en los últimos años en la zona, que antes era conocida por su tranquilidad.
Pese a que la cercanía con dos países productores de droga ha hecho desde hace tiempo de Arica una vía de paso para el tráfico de estas sustancias, esta era una práctica con bajos niveles de violencia y que entrañaba más bien una lucha de ingenio entre las bandas dedicadas a este ilícito y las policías.
En el último tiempo la situación ha cambiado y las mafias del narcotráfico han comenzado a actuar con mayor dureza y encono, reflejado en ataques a balazos en los que luego las víctimas se niegan a colaborar con la justicia.
Esto, además, entraña un riesgo para el resto de la población, ya que ciudadanos inocentes pueden verse inesperadamente ubicados en la línea de fuego y resultar heridos o hasta fallecidos como consecuencia de los disparos.
Afortunadamente no hay en la ciudad, al menos recientemente, víctimas de las llamadas balas locas, pero no es aventurado pensar que esta es una posibilidad real, si consideramos lo ocurrido en otras ciudades donde esta misma condición se viene presentando desde hace mayor tiempo.
Se trata de un fenómeno preocupante al cual las autoridades están atentas. Así lo dijo la misma fiscal regional, que anunció que el Ministerio Público atacará "con fuerza estos delitos y fenómenos criminales".
Esto implica detectar, neutralizar, detener y condenar a los integrantes de las bandas delictivas, así como dilucidar de dónde provienen las armas y las municiones, para evitar que lleguen a manos de los delincuentes de la zona.
Esto es imperativo si queremos preservar la tranquilidad de la ciudad, que es parte primordial de su aún valorable calidad de vida.