El otro tango de Valparaíso
En la ciudad más identificada con esta danza en Chile, se practica una modalidad en la que los roles tradicionales se rompen. La propuesta gana cada vez más adeptos en medio de un auge tanguero y sus alcances, cuentan sus bailarines, llegan más allá del mero placer de bailar.
Iluminados con las luces delicadas del bar Las Cachás Grandes, unas treinta parejas esperamos el inicio de la música. Pongo mi mano izquierda debajo de su espalda mientras su derecha se posa en la mía. En tanto, mi mano derecha sujeta suavemente su izquierda. Está por sonar el tango y le pregunto a mi pareja de baile: "¿Te parece que guíe yo primero, Miguel?".
Posiblemente no fuimos los únicos en hacernos esta pregunta. Es que la propuesta del Tango Queer se basa en superar una tradición elemental de este baile, como son los roles heteronormados. Aquí se tienen conductores y conductoras y quien "sigue" no es siempre una mujer. Entre sus registros iniciales se tiene que uno de los primeros festivales de Tango Queer fue en Hamburgo, Alemania, en 2000. En tanto, entre 2003 y 2018 funcionó la milonga La Marshall, la primera Queer de Buenos Aires. Desde 2005 que funciona la Escuela Tango Queer en de la capital argentina y cada noviembre desde 2007, se realiza el Festival Internacional de Tango Queer en esa ciudad.
En Valparaíso existen algunos espacios donde se practica esta modalidad, como lo son Milonga Anichi y Milonga Queer. Pero antes de entrar en sus historias, es pertinente referirse a unos conceptos.
La Milonga es un baile vinculado al tango al punto de provenir del mismo caudal: el Río de la Plata que comparten Argentina y Uruguay. El vocablo "milonga" hace referencia a lo que los afrodescendientes definían como "enredo o lío". Otro aspecto común que tienen ambos bailes es que surgieron de los lupanares, de las barriadas obreras periféricas y carentes de la finura del centro de la ciudad: los llamados "arrabales". Además "una milonga" es también el espacio donde se va a bailar tango.
En tanto, el concepto "Queer" es parte de una teoría parte de los estudios de género y que tiene entre sus referentes a la autora estadounidense Judith Butler. En su texto "El género en disputa" (Gender Trouble, 1990), se expone que la identidad sexual responde a repeticiones de un patrón cultural esperado y construido por el Poder. Butler rechaza la idea de "biología es destino" ya que el género corresponde "a los significados culturales que acepta el cuerpo sexuado", por lo que un género no puede definirse únicamente por el sexo. El vocablo "Queer" es equivalente al despectivo "rarito, extraño" empleado en países anglóparlantes para referirse a los no heterosexuales. En algunos sectores de la comunidad LGTBI+, el término se usa a la inversa, a modo de honor.
Tango en alemania
"En Alemania conocí algo que hoy me retiene en Chile, como si fuera una misión", dice Ana María Cepeda (59). Ese algo era el tango. En 1980, con 20 años, se fue a vivir, estudiar y trabajar a Hamburgo, Alemania. En la Grone Schule y conoció el baile por medio de un profesor de estadística que era chileno.
Sin embargo para Ana María, lo del tango no fue un amor a primera vista pero sí "como un contagio". A esa primera clase fue como observante pero a las siguientes fue invitada por un amigo, otro chileno, un actor clave en el futuro de Ana María. Fue quien la llevó a bailar tango y quien la bautizó con el apodo de toda la vida: "Anichi". Desde esa, la verdadera primera clase, se unió para siempre al tango.
"Es como un enamoramiento de 3 minutos, lo que dura un tango", cuenta Ana María sobre las sensaciones de bailarlo, tanto en sus inicios como hoy. A su vuelta a Chile en 2000, notó que en Valparaíso "no habían más que salones de baile donde se tocaba un poco de tango". Hasta 2007, Anichi bailaba y agrupaba personas para bailar tango: "venían a mi casa o íbamos a cualquier lado a bailar". Un 24 de noviembre de 2007 decidió fundar una milonga que tuviera un inconfundible sello personal: Milonga Anichi.
Si bien prefiere ser guiada en el baile, Ana María cuenta "lo Queer" lo tuvo incorporado desde un principio y de forma inconsciente: "Para enseñar tango tenía que hacer de conductora y de guiada, así como bailar con hombres o con mujeres".
Fue en su Milonga donde conoció a Patricio Arquero (28) y prontamente entablaron puentes para una amistad, como lo fue el interés de instalar un espacio de tango Queer en Valparaíso. "En el momento no lo pensé dos veces y entregué toda mi energía a ese proyecto". Así fue que Milonga Queer tuvo su inauguración el sábado 30 de septiembre de 2017, en la cafetería del Parque Cultural de Valparaíso (Ex Cárcel).
El poder del abrazo
Patricio está feliz y no solo se manifiesta en su sonrisa siempre presente. El camino recorrido con Milonga Queer lo tiene hoy con una valoración transversal de parte del público y con un proyecto Fondart aprobado en su totalidad. Este consiste en un encuentro formativo de tango queer, para noviembre de 2019. De todos modos, Patricio insiste en mantener la calma y la sencillez: "Tengo los pies sobre la tierra: si no aparecemos en medios o no hubiésemos ganado el Fondart, seguiríamos haciendo lo mismo".
Patricio vivió en la capital argentina casi dos años y medio, estudió un posgrado en Arteterapia y fueron en los últimos meses de estadía en los que se fundió en el tango queer. "Prácticamente bailaba todos los días, siempre había donde ir", cuenta del ambiente del tango bonaerense, que ha intentado replicar en Valparaíso.
Desde agosto que Juan Carlos Luco (49) es uno de los más fieles milongueros y señala que la valoración de este espacio viene dado por el baile y por el entorno: "El ambiente que es súper tranquilo y agradable. La mayoría de la gente que va es gay, lo que no quiere decir que esté cerrado a otro tipo de público.
Otro aspecto es el contacto físico que se da en el tango, tan opuesto a lo cotidiano de nuestros días. El abrazo es algo que la sociedad necesita".
"Ojalá lleguemos al día en que no tengamos que colocar la palabra "queer" para ir a bailar tango libremente a cualquier lugar", reflexiona Patricio.