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Con pulgas de mar buscan acabar con las infecciones

Estudiantes y profesor del Liceo A-1 Octavio Palma Pérez descubrieron propiedades en el exoesqueleto del pequeño crustáceo, las que podrían actuar como antibióticos.
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En vacaciones de invierno, mientras otros jóvenes descansaban de las clases, un grupo de cuatro alumnos más su profesor de Biología iban a la playa Chinchorro a recolectar pulgas de mar. La tarea podía llevarles horas, por lo que era mejor partir temprano en la mañana.

Hugo Silva, Camila Maluenda y Matías Benavides, estudiantes de cuarto medio; Sergio Varas de tercero medio y Gonzalo Moreno, el profe, estaban dispuestos a sacar adelante un proyecto científico en base al quitosano, compuesto que se obtiene a partir de la quitina, la que a su vez, se extrae de los crustáceos, específicamente, de su exoesqueleto.

El grupo del Liceo Octavio Palma Pérez buscaba en ese entonces, producir un biopolímero (macro moléculas presentes en los seres vivos) a partir de materiales naturales.

"En esa búsqueda bibliográfica y movidos por la curiosidad, nos encontramos con el quitosano, que es un compuesto relativamente nuevo, que recién se está investigando en el mundo y tiene muchas propiedades", explicó el docente.

Sin embargo, al pasar el tiempo y después de extraer el quitosano de las pulgas, proceso que se llevó a cabo en laboratorios de la Universidad de Tarapacá más el apoyo del programa de Indagación Científica para la Educación en Ciencias (ICEC), los jóvenes vieron que el compuesto podía actuar como antibiótico.

"Gracias a los trabajos en laboratorio, tomamos tres bacterias y un hongo, microorganismos de mayor relevancia clínica y que causan principalmente infecciones intrahospitalarias. Mediante una puesta en práctica experimental, los alumnos fueron enfrentando a las bacterias con distintas concentraciones de quitosano, funcionando como antibiótico. Así, fueron registrando los resultados", añadió el profesor de Biología.

Curiosidad y ciencia

Moreno destacó que los estudiantes no se quedaron solo con la teoría, también adquirieron otros conocimientos. "Ellos sembraron a las bacterias, leyeron fundamentos, trabajamos en vacaciones y los resultados apoyaron nuestra propuesta inicial. Ahora queremos seguir perfeccionando la técnica y afinando detalles", dijo.

Además comentó que se está trabajando en otro proyecto de manera paralela para crear una especie de bolsa de té con quitosano que pueda absorber metales pesados del ambiente.

"Todo esto ha sido apoyado por mucha investigación bibliográfica pero llevarlo a la parte experimental es un desafío tremendo. La ciencia antes era reproducir contenidos, memorizar y nada de práctica, y esa es la tarea hoy, entregar las herramientas para que los alumnos vean cómo se pueden resolver ciertas problemáticas de manera práctica".

El profesional destacó el compromiso que los estudiantes manifestaron con los proyectos. "Era una idea nueva y toda idea nueva implica necesariamente caídas y desafíos. Pero los chiquillos se mostraron muy interesados y brillaron, ya que uno como profesor solo asume el rol de guía. A los chicos de este liceo les llama mucho la atención la ciencia, acá hay muy buenos científicos", concluyó.