Hoy la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, dará a conocer su decisión ante la demanda marítima boliviana. En lo medular, esta demanda busca que Chile negocie de buena fe una solución a la mediterraneidad del vecino país. Una negociación "de buena fe" en la cual la interpretación de esta característica puede ser diversa.
El caso es que, ya sea desde la óptica chilena o la boliviana, por lo pronto no está en juego el territorio soberano de nuestro país, a pesar que, en el fondo, la reivindicación marítima de Bolivia pasa necesariamente por recuperar esos territorios.
Es por eso que más allá de las declaraciones y disputas entre personajes políticos, ya sea oficiales o mediante redes sociales, no hay evidencias de que esta noche la historia de ambos países haya cambiado de manera tan radical como pareciera que se espera.
Como pocas veces, regiones como la nuestra o incluso, Antofagasta, aparecen de súbito en el mapa de Chile con tanto brillo y despertando tanto interés. Son motivo de discusión, de opiniones, a veces contradictorias. Especialmente a través de redes sociales, hay quienes hacen gala de esa mezcla de desconocimiento y desprecio que sienten por las regiones del norte al esbozar esos "a quién le importa" lo que ocurra con la soberanía nacional por estas latitudes.
Pero con la cabeza más fría, para el Estado y los ciudadanos que quieren a Chile, de extremo a extremo, el territorio no se toca. Y sí, no se toca cuando se ve "amenazado". Pero esa defensa no debe quedarse en lo circunstancial.
La lección que debe dejar para Chile toda esta discusión, debe ser profunda y visionaria. Hace unos días, se lanzó un plan que busca revitalizar Parinacota, una manera de entender que esta región y sus provincias, tan extremas, deben ser de interés permanente para el país.
Poblamiento, radicación, desarrollo social y productivo, identidad, infraestructura y especialmente, un fuerte sentido de pertenencia nacional, son tareas urgentes para nuestra región. Y es que Arica, y especialmente Parinacota, no son parte de Chile, solamente cuando existe alguna demanda específica de los vecinos con quienes hace siglos convivimos.