Trotaban los años 90 y en una tarde abofeteada por un viento helado la escuela rural fue visitada por un Subsecretario de gobierno, la autoridad se hacía acompañar por líderes locales, personas de confianza del gobierno y diferentes medios informativos nacionales, regionales y locales.
En un momento el visitante aleja con sus manos los micrófonos acechantes y con un ademán los dirige hacia mí que como sombra del tumulto acompañaba el andar curioso y supervisor de esa gente que filmaba, fotografiaba o simplemente miraba pasillos, escalera y salas. ¿Díganos director cual es el fin prioritario que le otorga a esta escuela? Me quedé helado, eran tantos los micrófonos que ya me veía en las noticias de la noche; me quedó mirando esperando una respuesta.
-Que las niñas y niños, que los padres apoderados, que los profesores y funcionarios que trabajan acá, que todos seamos felices.
Sentí que era tirado hacia atrás y vi como los micrófonos arrancaban despavoridos y un rostro destilando enojo me dijo en voz baja, pero audible para los presentes:
-No entiendo cómo llegó a Director con esa idea.
Se había hecho un espacio de silencio difícil de que alguien no lo notara y estuviera por tanto en "otra" así es que debía decir algo o agachar la cabeza otorgando, lo miré a los ojos y escondiendo mi temor le contesté:
-No entiendo cómo llegó a Subsecretario si no entiende esta idea.
Por supuesto, no salimos en las noticias de la noche ni en ninguna otra.
Transcurrieron los años y el tiempo nos dio la razón, porque la búsqueda de la felicidad apareció con fuerza para quedarse en las empresas del mundo y por cierto, fue absorbida por la médula de la educación chilena.
Nosotros la tenemos como un Sello y el éxito educativo que nos han reconocido desde el 2010, año tras año, el Ministerio de Educación, la Agencia de Calidad, Universidades, EXPLORA, CONICYT y otros, no lo hubiéramos podido alcanzar si no hubiésemos tenido siempre presente que un estudiante feliz asiste todos los días a sus clases, un apoderado feliz participa y que a los Docentes y no Docentes felices no es necesario exigirles más, porque entregan contentos todo lo que tienen.
Arturo Yévenes Acuña
Director Escuela Darío Salas Díaz DAEM
Arica