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Afroariqueños van al rescate del chololo y el pacay

En conjunto con Conaf están recolectando semillas de antiguos cultivos que se están perdiendo en los valles de la región.
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La masificación del detergente, las frutas llegadas del sur y el nylon, parecían haberlas condenado al olvido, pero agrupaciones afrodescendientes en conjunto con Conaf están trabajando para recuperar antiguos cultivos de la región, a través del rescate de semillas.

Chololo, pacay y algodón forman parte de la memoria colectiva de mujeres y hombres afrodescendientes, que aún recuerdan sus usos que de niños alcanzaron a conocer.

"El chololo, mi mamá lo usaba para lavarnos la cabeza. También para limpiar los ternos de paño que se usaban antes. Además los niños jugaban con las bolitas. Y en otros países vemos cómo se usan en artesanía, pero la semilla hay que saberla trabajar, porque es muy dura", contó María Elena Castillo, presidenta del Club del Adulto Mayor Pago de Gómez en Azapa.

Otro que ha caído en el desuso es el pacay, prácticamente desconocido en el resto de Chile. "No todos lo saben comer. La gente que llega del sur no lo conoce y no saben lo que se pierden, porque es un manjar el algodón que envuelve la semilla. Pero el pacay se está perdiendo porque su semilla es como celosa. Hay que saberla trabajar. Es un árbol de agua. Pero si se le echa mucha agua, se pudre. Si no se le echa, se seca. Entonces hay que saberla trabajar cuando está en su punto. Cuando tiene su primera raicilla afuera", detalló la dirigenta.

El algodón, que hoy se mantiene en Azapa exclusivamente como planta ornamental, proporcionaba antiguamente mechas para lámparas de aceite, pero la fibra cruda también se ponía en la mollerita en las guaguas recién nacidas, para que no se resfriaran. "Ahora queremos que alguien nos enseñe a trabajar y a hilar el algodón. Queremos recuperarlo, dijo María Elena Castillo.

Identidad negra

Cristian Báez, presidente de la Agrupación Lumbanga tuvo la misión de mostrarle a los viveristas de Conaf, los pocos lugares donde aún quedan estos árboles a fin de concretar la colecta de semillas. Para el dirigente esta acción tiene que ver con el tema de la búsqueda de la negritud como identidad.

"En el movimiento afro se ha buscado ese concepto en las danzas y los cantos, pero es algo más amplio, que tiene que ver con un territorio tradicional o ancestral. Y en ese contexto, las negritudes de muchas personas son distintas. Algunos dicen yo me siento negro teniendo mi pacay al lado, teniendo mi chololo o mi algodón. Entonces bajo esa reflexión de los abuelos, vimos que más allá del baile, era necesario proponer que Conaf se insertara para que se impulsara el rescate de estos árboles que se estaban perdiendo".

Báez cuenta que "ubicamos tres lugares donde queda chololo y gracias a eso pudimos iniciar este rescate. Con el algodón era más fácil, y el con el pacay fue una abuelita afro, doña Lucía Huanca Astoraica, la que nos facilitó su árbol de más de cincuenta años, y de ahí sacaron las semillas los funcionarios de Conaf". Agrega que "me siento contento, porque es un trabajo que está dando fruto, y no sólo para nosotros, sino en general para la comunidad. De hecho soñamos que el municipio use también en las áreas verdes árboles que nos identifican. Es un desafío", plantea.

El rescate, según lo explicó el director regional de Conaf Héctor Peñaranda, fue posible, gracias al trabajo colaborativo entre las comunidades afrodescendientes y el organismo.

¿Qué representa para las mujeres afrodescendiente contar de nuevo hoy en día con estas plantas? María Elena Castillo afirma que "es un sentimiento, porque es parte de nuestra historia. El tener estos árboles acá y que nuestros niños conozcan para qué fueron usados, nos hace sentirnos orgullosos. Agradecemos a Conaf que nos recibió las semillas, porque este apoyo es recuperar nuestra historia. Y ninguna comunidad, sin historia, puede seguir avanzando. Estoy más que contenta".

"Esto es ir no sólo a un reconocimiento de los aspectos fenotípicos de los afros, sino también de los aspectos culturales", dijo.

Las plantas entonces visibilizan esa historia, a la par que hoy vuelven a entregar su aporte ecológico en tiempos difíciles para la biodiversidad.