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El radical cambio que tiene a Rigoberto con más pega que nunca

Por 20 años estuvo entre la calle y la cárcel, pero tras una capacitación, fue premiado por sus notas y ahora trabaja en el 17 y medio del Valle de Azapa.
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Alos 17 años, Rigoberto Rivera cometió el primero de los que sería una seguidilla de errores en por lo menos dos décadas.

Adolescente y todo, Rigoberto cometió un delito que lo privaría de libertad por primera vez en su vida, situación que se repitió en muchas ocasiones por lo menos en 20 años.

Pero desde hace un tiempo, y al interior del recinto penitenciario, el ahora hombre y padre de tres hijos tomó conciencia y decidió que su estilo de vida debía cambiar por él, por su familia y por el personal de la Corporación Cimientos, unidad destinada a capacitar a personas privadas de libertad, para reinsertarlos a la vida laboral.

Este ariqueño de 39 años fue seleccionado por la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), por lo que en conjunto con la propia corporación y tras la capacitación lograron que el ex interno ingresara a trabajar a la empresa Pararmar, en la cual ya cumplió siete meses, siendo éste su primer trabajo formal.

"En realidad mi vida era siempre la misma. Hacía algo y me iba preso altiro, así que no creía mucho en lo que era la reinserción social y menos la laboral", cuenta.

"Muchas veces prefería estar adentro que afuera; incluso privado en libertad planificaba uno y otro robo para cuando saliera", agrega.

Pero ya con el pasado pisado, Rigoberto fue parte de los cursos que entrega la CChC, donde la semana pasada, obtuvo la mejor nota en el curso de Gasfitería que imparte la Fundación Social de la Cámara, recibiendo su certificación y también los aplausos.

"Cuando uno ha vivido una adolescencia y una juventud difícil y violenta, cosas como éstas son un logro mucho, pero mucho más satisfactorio", se emociona.

"En realidad nunca pensé que haría esto..."

- ¿Mirabas la vida de otro lado, quizás?

- Eso. Pensé que con estar entre cuatro paredes no tendrías ideas, ganas, ni capacidades, pero me equivoqué. En la cárcel me ayudaron harto, pero también la gente que confió en mí.

- ¿En qué momento dijiste 'yo puedo'?

- Cuando confié en mí y cuando empezaron a apoyarme. Eso te construye el trampolín para despegar a un mundo mejor.

- ¿Y te gusta lo que haces? ¿La gasfitería?

- Si me dieron las herramientas y yo le puse lo mío, me tiene que encantar mi trabajo. Tenemos medidas de seguridad necesaria, buen clima laboral y el apoyo de los colega y los jefes.

- ¿Agradecido?

- Mucho. Don Jorge y don Ricardo, que son los encargados de la empresa donde trabajo, y a don Mauricio, que es el jefe de Obras; pero también sobre todo a mi hermana Beatriz y a mi abuelo Manuel, que son parte de mi familia y que confiaron y apoyaron siempre.