En el marco de los compromisos contraídos, el Gobierno anunció el inicio del proceso de elaboración de la Ley marco de Cambio Climático, que viene también a modernizar la gestión ambiental que tiene el Estado, especialmente en referencia a este fenómeno que cada vez entrega más evidencias en todo el planeta, y cuyos efectos también se van haciendo progresivamente preocupantes.

Una de las características más importantes, interesantes y a la vez, que más se ha destacado del desarrollo de esta ley marco, es que se abordará desde una perspectiva participativa. La ministra del Medio Ambiente, Marcela Cubillos, sostuvo que "esta Ley va a ser construida desde las regiones a través de un proceso altamente participativo".

En este proceso participarán ONGs, la academia, comunidades, gremios, sector privado, parlamentarios, seremis de los distintos ministerios y autoridades locales, entre otros.

Este hecho ha sido incluso reconocido por organizaciones ecologistas como Greenpeace, que a través de un comunicado, dio a conocer que es "un anuncio de la mayor importancia para la protección de nuestro patrimonio medioambiental", el hecho de que el Gobierno diera a conocer el inicio del trabajo para esta nueva regulación.

Es una "oportunidad histórica que debe tratarse como la ley medioambiental más importante de este siglo para el país", agregó la organización. También se valora el carácter participativo. "Será una suerte de proceso constituyente desde donde emergerá el marco jurídico que busca frenar las severas consecuencias que el cambio climático está teniendo y tendrá a futuro en el país", indicó la organización.

Este hecho, el conocer las particularidades de cada rincón del país a la hora de elaborar una ley tan importante, es un paso fundamental para darle mayor representatividad a este marco. Se debe recordar que en términos geográficos y climáticos, Chile es un país muy diverso, que parte de una zona tropical árida, hasta la zona polar.

El cambio climático es una realidad que el mundo ha comenzado a entender, asumir y a enfrentar. Y nuestro país no se está quedando atrás.

El titular de esta columna parece un perfecto ejemplo de redundancia ¿Para qué decir que No significa no, si cualquier hijo de vecino (a) sabe que la voz expresa negación?

Por ejemplo, cuando escuchamos decir que "Juan no ira a la fiesta", posiblemente todos nos preguntaremos el por qué de la ausencia del sujeto en el evento. De igual forma, cuando leemos el aviso que dice NO FUMAR, sabemos que aunque nos agrade hacerlo, no podemos romper la norma y nos abstenemos. Vale decir, en pocas palabras, en este contexto "no" significa NO. Así, habría que preguntarse por qué, aunque en gran medida el adverbio de negación tiene un significado que es compartido por la comunidad en general, hay situaciones en las que ya sea por razones ideológicas, creencias religiosas o simplemente por convenciones culturales, hay momentos en las que desgraciadamente un No, a la larga significa Sí, como a veces sucede cuando un hombre debe ser rechazado temporalmente por la mujer, por prejuicios y convenciones culturales, impuestas por el patriarcalismo.

Pensemos por un instante en el debate que hoy conmociona a la opinión pública, respecto de la igualdad de género. En este contexto, sin perjuicio de la legitimidad de las demandas del movimiento de mujeres, hay cambios que están ausentes en la agenda feminista; transformaciones que deberían plantear el reemplazo de normas en las relaciones entre hombres y mujeres, que restringen la libertad de la mujer para expresar en forma abierta su interés hacia el mundo de hombres. Los cambios de que hablamos no son cambios de programas o aplicaciones tecnológicas, a las que nos tiene acostumbrados el sistema socio económico que rige el mundo. Las transformaciones que se proponen representan nuevas visiones del rol de hombres y mujeres en la sociedad del tercer milenio; para lo que debemos desarrollar un proceso de pensamiento crítico, que nos permita realizar los cambios para saber que en realidad el significado de no es NO y de sí es SÍ, sin perjuicio del género de los interlocutores.