Llamadas inoficiosas
A principios de mes, se conocía cómo siguen aumentando las llamadas inoficiosas que recibe Carabineros al número 133, el que está destinado para que reciba los llamados de emergencia por parte de la comunidad y las denuncias sobre hechos delictuales, ya sea en proceso o en inminente cometido.
Sin embargo, a pesar de la importancia que tiene este canal de comunicación entre la policía uniformada y la población, el uso que en general se le da no, es el más adecuado. Aún cuando no se cumple el primer semestre de este 2018, las llamadas inoficiosas llegan a un 80% de todas las que recibe el 133.
Las llamadas inoficiosas son todas aquellas que no tiene que ver con la competencia, los objetivos y el destino que se le ha dado a este canal, entre las que se cuentan las bromas, insultos, consultas que pueden ir desde lo médico hasta lo jurídico y llamados falsos u otros en los que quienes llaman, simplemente no hablan.
Aunque hace un par de años se buscó legislar al respecto de sancionar a quienes deliberadamente llaman al 133 para entorpecer los servicios, lo cierto es que este tipo de iniciativas no ha prosperado y hoy las llamadas pitanzas suman y siguen.
Una de las realidades más graves constatadas respecto de este fenómeno últimamente, es el aumento de bromas por parte de estudiantes.
De hecho, en Arica se reconoce que este tipo de intento de contactos inútiles aumenta en los horarios de recreo en los colegios. Y según constató "La Estrella" en la misma central de comunicaciones, efectivamente se trata de voces adolescentes, casi infantiles, haciendo bromas típicas para su edad.
Lamentablemente, una llamada inoficiosa puede estar estorbando una que haga la diferencia entre la comisión de delito y la acción policial; incluso, una que pueda hacer la diferencia entre la vida y la muerte.
Esto debe ser parte de la conversación familiar y de la reflexión personal. También debería llevar a la elaboración de campañas educativas y de conciencia respecto a un problema que, tristemente, no ha logrado ser resuelto donde debería serlo, en el Congreso, cuando ya la familia y la formación personal nuevamente fallan.