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El hombre que no olvida la gesta y el ejemplo de Prat y su gente

Julio Munizaga se ha dedicado durante 40 años a estudiar el heroísmo de la Esmeralda y su tripulación aquel 21 de mayo de 1879 en Iquique, y creó un museo en su propia casa.
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Julio Segundo Munizaga Arancibia, de 91 años, se levanta de su silla y mira a la distancia la espectacular vista de la bahía, la playa y las rocas de Quintay en una soleada tarde de mayo. Mira los muebles situados en la terraza y siente en su cara la brisa marina. Salvo por un vaso olvidado en la mesa, todo luce como los últimos días de este ex funcionario del Servicio de Impuestos Internos que decidió, tras su jubilación, afincarse definitivamente en este pintoresco pueblo ubicado a poco más de 40 kilómetros al sur de Valparaíso.

En su casa de madera (Manuel Rodríguez 471) revestida de tejuelas al más puro estilo chilote, Munizaga da rienda suelta al fanatismo por coleccionar, algo que lo ha acompañado toda su vida. Fue así cuando trabajó en una oficina del centro de Santiago, lo mismo cuando decidió ser piloto civil y como no podía ser de otra manera, continuó en sus viajes por todo Chile y el extranjero.

En todos esos periplos encontró algo que le llamara la atención, algo que valía la pena recoger y recuperar. Su casa es sinónimo de eso, cada pieza tiene una razón de ser y una historia interesante. Como la cocina a leña inglesa que hoy adorna su living y que en algún momento fue utilizada por los ejecutivos de la empresa ballenera que por 16 años funcionó en la pequeña bahía local y que se convirtió en la mayor industria de procesamiento de los cetáceos gigantes que haya visto este país.

Munizaga comenta que físicamente está bien a sus años, le favoreció su etapa de deportista y está en tal condición que a sus nueve décadas aún conduce su automóvil con el que periódicamente se dirige a la comuna de Casablanca.

Claro, confiesa que donde se nota el paso del tiempo es en que no escucha mucho por su oído izquierdo. Por eso acomoda un aparato electrónico auditivo al máximo volumen para captar hasta los más mínimos detalles. "Ahí se nota que uno está viejo, pero con esta cuestión se escucha todo muy fuerte... es lo peor... bueno, pero qué se le va a hacer", dice.

Si en su casa hay muchas cosas, el amplio espacio en el segundo piso donde tiene su taller lo supera por mucho.

Es aquí donde Munizaga hace maquetas de barcos y aviones desde cero, respetando hasta los más mínimos detalles históricos para lo cual se acompaña de una muy bien provista biblioteca con cientos de libros que lo han llevado a ser un conocedor de la historia de Chile y de la Guerra del Pacífico en particular.

Su entusiasmo por el modelismo es tal que tiene de todo: barcos de diverso tipo y tamaño, aviones, trenes, autos, etc. Eso no es todo, suma además herramientas y variados materiales en tarros, bolsas, carpetas, envases de plástico, estanterías. A simple vista parece un caos, pero Munizaga ha preparado todo para que esté inmediatamente a la mano.

Ponerlo a prueba es sencillo, pero siempre sale ganador.

-Don Julio, ¿dónde están los alicates?

-A ver, depende de la medida... Por aquí tengo de este tamaño, por acá hay más y aquí tengo tres...

En un momento suma 10 alicates.

-¿Y el taladro, los pinceles, las tijeras, las lijas, las pinturas, los pernos...?

-Aquí tengo los pernos, acá las tijeras grandes, por aquí las chicas y estas son especiales para las telas de las velas... Me quieres pillar ah...

No hay caso. Y eso que esto es solo el taller.

-¿Quieren ir al museo? -invita Munizaga.

Y efectivamente, a un costado de su casa hay una construcción que es un museo propiamente tal...

El recinto consta de cuatro salas en las que se pueden apreciar desde fósiles, pasando por antigüedades históricas, animales embalsamados hasta antiguos artículos navales.

Pero la "joya de la corona" para este entusiasta coleccionista es la sala dedicada al Combate Naval de Iquique. Allí se siente a sus anchas.

-Aquí están los barcos cuyas letras iniciales conforman la palabra Chile: Covadonga, Huáscar, Independencia, Lamar y Esmeralda, dice.

Los barcos a los que se refiere son maquetas en la escala 1 a 30, hechos de metal y madera, con lujo de detalles. Se puede ver la Esmeralda y en uno de sus costados abierto se aprecia el interior. Lo curioso es que tiene un sistema de maquinaria eléctrico que replica el motor de la nave y que funciona. Sí, funciona. Igual característica tienen los demás buques.

Es tanto el detalle que se ven las acomodaciones de la tripulación, las cuerdas, los botes salvavidas, los cañones... todo con rigurosa exactitud.

"Esto no es algo de un día para otro -dice Munizaga- ¡Me he pasado 40 años de mi vida estudiando para tener esto! Cada cosa tiene su razón de ser, no están puestas al azar. Me he informado con los planos de la construcción de las naves para recrearlas. Si hay un mástil en tal lugar o una vela de determinada forma, es porque así fueron en su época. Y no es algo que haya inventado, todo está en los libros", señala.

-Pero habrá gente conocedora que le haya puesto algunos reparos...

-Don Julio se toma su tiempo, piensa un instante y responde: Muy pocos. Hace un tiempo vino un alto oficial de la Armada y quedó sorprendido. Aquí hay historia, no es solo una afición.

Comenta que no existe un museo en Chile que tenga maquetas de este tamaño. "No hay -relata- porque es difícil tenerlas. Imagínese que los motores eléctricos los compré en Inglaterra. Son hechos especialmente para estos barcos".

Entusiasmo

-Don Julio, ¿por qué este entusiasmo por el Combate Naval de Iquique y sus protagonistas?

-Siempre me ha gustado la historia, pero este episodio me entusiasma más, porque es trascendente en la historia nacional. ¿Usted qué cree, el Combate Naval de Iquique fue un triunfo o una derrota para Chile?

-Todo depende del cristal con que se mire Don Julio...

-No pueh. Fue una victoria chilena por donde se la mire. Claro, se hundió la Esmeralda y murió gente muy valiosa como Prat y su tripulación, pero militarmente hay que pensar que la armada peruana perdió la Independencia que era su buque acorazado más poderoso. Esa fue una tremenda pérdida para ellos y de la cual nunca se pudieron recuperar. Definitivamente fue un golpe muy duro y que inclinó la balanza a nuestro favor en la campaña marítima. El Huáscar quedó solo, hizo sus correrías, pero con una sola nave no se podía hacer mucho en el conflicto. El tema aquí es otro...

-Ah sí, ¿cuál?

-Lo que pasa es que la gran gesta del capitán Arturo Prat y sus hombres es tan grande que eclipsó todo lo demás. El abordaje, el esfuerzo de nunca darse por vencido pese a la diferencia de las fuerzas es algo que traspasó las fronteras de nuestro país y es motivo de estudio y admiración de varias armadas a nivel mundial.

-Eso es lo trascendente...

-Efectivamente, Prat y sus hombres dieron el ejemplo de que uno no debe rendirse ante la adversidad. La ola de entusiasmo para enlistarse y apoyar la guerra recorrió todo el país. Ahí cambió el conflicto. Hay que valorar todo esto y entender que lo ocurrido en Iquique fue un triunfo de Chile.

La historia es historia, se queda entrelazada con los años y el paso del tiempo, pero la enseñanza es clara y Julio Munizaga la tiene plasmada a fuego: "no quiero que haya guerra entre países hermanos. Lo ocurrido en Iquique debe ser una lección para no volver a pasar por lo mismo. Lo importante es vivir en paz. Sufro cuando veo las noticias de los conflictos en el mundo. Por eso el recuerdo de Prat y ese 21 de mayo no se debe olvidar" .