¿Qué quiere Bolivia?
Fue la pregunta cómplice, de unos turistas suizos, en un trekking al Pukara de Guayguarane …Chile le ofrece todas las garantías de acceso al mar: carreteras, ferrocarriles, puertos, libre tránsito de mercaderías, exención de impuestos y bodegaje …no te imaginas los costes que deben asumir nuestras empresas por utilizar los puertos del Mediterráneo y el Mar del Norte. Suiza es uno de los 44 países del mundo, que no tiene mar. Pero ello no ha coartado su gran desarrollo económico.
El 90% del comercio global de mercancías se efectúa por vía marítima. La Naviera Suiza, MSC (Mediterranean Shipping Company), es la 2da potencia mundial. Fruto de un emprendimiento familiar, ingresa al negocio en 1970, tras la adquisición vía crediticia, de un buque alemán usado. Hoy es un gigante con más de 500 embarcaciones portacontenedores, y otras tantas en el mercado de los Cruceros Turísticos. La mediterraneidad es mental.
¿Qué quiere Bolivia?, me preguntaba una amiga en Arequipa, deben ser un poco más dignos. Arrastraron a Perú a la guerra y nos dejaron solos contra Chile. Perdimos y ya. Si hubiésemos ganado, la frontera estaría cerca de Viña del Mar.
El Tratado de 1904, fue un Contrato de Compraventa y gran negocio para Bolivia. Se estima que Chile liquidó us$34.000.000, en pagos directos y obras de infraestructura, además de las concesiones aduaneras y comerciales otorgadas a perpetuidad.
No obstante, Bolivia desconoce tratados, tergiversa la historia y se victimiza ante la comunidad internacional. Chile es el belicoso invasor, usurpador del mar, causa del subdesarrollo, enclaustramiento y todos los males del pueblo boliviano.
Para Trasímaco, sofista griego contemporáneo de Sócrates, la justicia es el derecho impuesto por quien tiene el poder. En este contexto, el poder de Chile, sustentado en el triunfo armado, y los acuerdos jurídicos, se diluye y relativiza, ante el poder del relato boliviano, que impone "su versión" de la historia: una verdad metafórica, construida al amparo de la interpretación de los hechos. Una realidad creada por el lenguaje. Una posverdad. Eso quiere Bolivia.