La segunda muerte de un ciclista durante el año ha puesto en alerta a una sociedad local, que ve con preocupación cómo el uso de un medio de transporte puede transformarse en un peligro para sus usuarios, debido a una serie de factores, entre los que lamentablemente destaca la mala conducta vial de algunos automovilistas. Si bien cada caso tiene sus circunstancias, las que deben y de hecho, son investigadas por los organismos competentes, no se puede soslayar aquellos accidentes específicos en los que, por ejemplo, los ciclistas han sido víctimas de conductores que han estado guiando sus vehículos bajo la influencia del alcohol. Tampoco cuando manejan a alta velocidad.

Es un tema que preocupa porque la movilidad urbana a partir de medios de transportes como la bicicleta, es una alternativa que se ha estado incentivando, especialmente dada la magnitud del parque automotor que registra nuestra ciudad.

Este hecho hace necesario tomar nuevas medidas si se trata de desplazamientos en la Arica. También la comunidad ha visto como el Estado ha ido invirtiendo en ciclovías, que se han transformado en un éxito. Sin embargo, claramente la convivencia entre automovilistas y ciclistas no es un tema que esté resuelto.

Lamentablemente, esto ocurre porque una de las partes pasa por alto ya sea el sentido común o incluso las normas de tránsito. Es muy importante, de hecho vital, que los automovilistas respeten el derecho que tienen los ciclistas de hacer uso de las vías, y no sólo confinarlos a las escasas ciclovías que existen.

Pero en el caso de ciclistas, también fundamental que conozcan las normas del tránsito, que regulan el uso de las vías que ellos también ocupan. A eso se suman a las indispensables medidas de seguridad para quienes utilizan la bicicleta como medio de transporte.

Si cada uno de los usuarios de las calles y avenidas aplican de manera consciente y categórica el sentido común, el respeto, y el apego a las normas del tránsito, los accidentes de ciclistas con vehículos motorizados pueden reducirse notoriamente. Se trata, entonces de adquirir una conciencia que debe ser común a todos los usuarios del sistema.

¿De dónde vendrá eso de llamar Invierno Boliviano a las lluvias que se producen en verano en el Altiplano Andino? Lo más probable, de los campesinos del Semiárido y Valle Central de Chile, que poblaron las Pampas Salitreras a fines del siglo XIX, que asociaron lluvias con invierno, cuando lo usual en la zona intertropical, es que las lluvias se registren en verano.

Lo mejor es hablar de Lluvias Estivales, incluso de Monzón de Verano, porque es el mismo fenómeno que se produce en la India y Sureste Asiático. En nuestro norte no existen las 4 estaciones mediterráneas, lo normal es una pequeña estación lluviosa (diciembre a marzo) y una gran estación seca (abril a noviembre)

En verano, hay un desplazamiento hacia el hemisferio sur de todas las condiciones atmosféricas que se presentan normalmente en la zona ecuatorial. El Anticiclón del Pacífico, se mantiene estable, generando buen tiempo desde Puerto Montt hacia el Norte de Chile. En cambio, en el centro de Sudamérica, las altas temperaturas, originan un Centro de Baja Presión Estacional, que atrae vientos cálidos y húmedos provenientes del Atlántico, los que ascienden por la vertiente oriental de los Andes, condensando y provocando altos volúmenes de precipitaciones en los Jungas y Altiplano Centro Sur Andino. Las lluvias que se manifiestan en el Altiplano Chileno y la vertiente occidental de los Andes, así como los caudales estivales que descienden por sus quebradas endorreicas, son solidarios con dicho fenómeno climático.

Toda la vegetación nativa, la vida silvestre, las actividades agrícolas y los núcleos urbanos del Norte de Chile, se sustentan en dichas lluvias estivales.

Para el hombre andino, es tiempo de Anata, de Carnavales; una celebración especial, un significativo ritual de reciprocidad y agradecimiento a la Pachamama. Es el tiempo de Ño Carnavalón, de fiesta, música, danza, tarkas, challas, serpentinas y embriaguez. Mañana, es un nuevo comienzo.