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Las bulliciosas anécdotas del Tío Pato, el niño grande de la Teletón

A los 57 años se nos fue el kinesiólogo fundador del Centro Arica de la institución. Sus dichos, su diccionario propio y su historia a través de sus 28 años en el recinto.
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Mario Narváez V.

El 1 de abril de 1989, un kinesiólogo de 29 años ingresaba a trabajar a la recién inaugurada Sociedad Pro Ayuda al Niño Lisiado, de Diego Portales, casi al llegar a Avenida Balmaceda.

De estatura un metro 90 y tantos, pelo corto y bien introvertido, Patricio Alejandro Cantillanez Flores llegó hasta el recinto que con el paso del tiempo se llamaría Instituto Teletón Arica, sin saber que en 28 años, se convertiría en una de las personas que más historias, enseñanzas y anécdotas dejó en ese centro de rehabilitación.

Ayer, los restos del Tío Pato fueron sepultados en el Cementerio Parque del Sendero, luego de que un indomable cáncer se lo llevara a los 57 años.

Pero bien saben los 33 trabajadores de esa institución, que con la partida de Patricio, el Tío Pato o el Viejo Pascuero de Arica, no se fue ni la magia, ni lo aprendido, ni la mística del personaje fundador del Instituto en Arica.

Santa claus forever

Pero si muchos conocieron más de cerca la figura de Patricio, fue gracias a su enorme parecido con Santa Claus.

"Fiesta navideña que había en la institución, fiesta que se caracterizaba de Viejo Pascuero. Era tanto el parecido que tenía, que los niños venían acá, al mismo Centro, a entregarle las cartas para la Navidad. Era especial", cuenta Oriana Caquisane, técnico de sala de la Teletón.

"Hace seis años, y en vez de realizarle la fiesta a los pacientes acá en el Instituto, se nos ocurrió ir en una especie de trineo a sus casas. Justo cuando me subía a uno, me caí dentro de la caja de los juguetes; quedó con los pies para arriba; hasta sus últimos días se reía de esa anécdota", agrega.

"PAGUé CON HARINA"

También técnico de sala, Nury Sajama conoció por años al Tío Pato, al punto de adivinarle todas sus travesuras, como también sus gustos culinarios.

"Cuando nos tocaba recreación con los niños en el gimnasio, muchos juegos tenían penitencia hacia nosotros. Es ahí que nos equivocábamos en algo y nuestra penitencia era 'pagar con harina'. Adivine qué significaba: que al día siguiente, teníamos que llegar con un dulcesito o algo rico. Como sabía que a mí me gustaba cocinar roscas, yo ya sabía cuál era el pago de mi penitencia, jajajá", relata.

Los bee gees, kc y la salsa

Bueno para la música retro, realizador audiovisual autodidacta y hasta improvisado animador, el Tío Pato era fanático de los Bee Gees, KC and the Sunshine Band y hasta algo de salsa. Por lo mismo, y al contrario de la música infantil que todos querían escuchar en las actividades del Instituto Teletón, el hombre insistía con la música movida para estas actividades.

La profesional Silvana Torres compartió bastante con el personaje y cuenta que vez que había una fiesta o actividad con los niños y en los parlantes sonaba música infantil, "siempre había un momento en que el Tío cambiaba los CD y ponía su música o algo más movido. Decía que las actividades debían ser alegres, con bullicio. Y en realidad los niños se motivaban y tenían más ritmo. Era mágico", cuenta.

La clave: botox

Joyce Bastías fue por años alumna de Patricio antes de llegar a ser kinesióloga de la Teletón Arica.

Por lo mismo, la profesional supo cómo era el Tío Pato como profesor y compañero de trabajo, aunque cuenta que a pesar de que hasta hace poco llevaban años como colegas, seguía aprendiendo lecciones que el hombre dejaba dentro y fuera del Instituto.

"Era un 7, o mejor dicho, un 10. Bonachón, cariñoso, pero bien, bien, bien niño chico. Me acuerdo cuando llegó la Lokomat (esa moderna órtesis robótica) y la miraba, se subía a ella, le daba besos, le hacía cariño; estaba fascinado", rememora.

"Si era un niño chico. Mira, hay una historia que al principio nadie conocía, pero que después se hizo famosa, la de la Clave Botox. Poco antes del mediodía, llamaba a algunos muchachos que trabajaban con él y les decía 'ya, chicos, botox, botox'. Claro, al principio las mujeres no nos dábamos cuenta a qué se refería. Después supimos que era una clave para ir a comer empanadas al kiosco de la vuelta. Era un loco", cuenta.

El diccionario del pato

Digno de destacar es el decálogo que tenía Patricio. Una especie de palabras o frases que siempre mencionaba y que el ortopedista de la institución, Diego Villa, las describe.

- "Esto merece PLR": Cuando alguien cometía algún error, venía la patada ahí mismo. "Era despacito, pero igual daba susto", cuenta Diego.

- "Malandra. Sale nomás que yo grabo": Para inmortalizar vía cámara algún momento importante.

- "Este cuerpecito esbelto": Sin palabras.

- "No confundir": Diferenciar los horarios de comida, con los horarios en que ÉL comía. "Por ejemplo, antes de llegar al trabajo, siempre llegaba con el estómago lleno, pero si había que tomar desayuno de nuevo, lo hacía", agrega el mismo profesional.

El lindo gesto de despedida

Patricia Huber lleva siete años como directora de la institución en Arica. Cuenta que como Patricio, ha conocido hartos, pero como el Tío Pato, pocos.

"Era tan salido de libreto, tan linda persona, que en mayo del año pasado, y mientras organizábamos su despedida del Instituto, él vino y nos sorprendió a todos diciendo que la despedida la tenía lista y la había organizado él, con un almuerzo en un restaurante de Azapa, donde nos hizo un regalo a cada miembro de la institución. Hermoso gesto", cuenta.

"Hacía de todo un poco. Imagínate que cuando fue la despedida, en el video de su homenaje le pusimos 'de profesión docente, experto audiovisual, chef, entrenador, kinesiólogo, consejero, sensei, sismólogo, dj, maestro chasquillas y hasta autor intelectual de maldades'. Era especial", cuenta.