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"Imagínese despertar de una caída y ver al Papa entregarte la bendición"

La uniformada de la Subcomisaría Chinchorro que cayó de un caballo cuando resguardaba al Santo Padre narra cómo fueron los minutos posteriores al percance en Iquique.
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Septiembre fue el mes en que Ana Belén Aguilera Cáceres recibió la noticia que sería ella una de las carabineras que resguardarían a caballo al Papa Francisco, cuando éste recorriera su tramo final por Iquique.

Y si bien la noticia fue asimilada con asombro por esta uniformada de 20 años, perteneciente a la Subcomisaría Chinchorro Norte de Arica, fue también adoptada con satisfacción, ya que la funcionaria, egresada de la Escuela de Carabineros en Cerrillos, argumenta ser creyente, al punto que ya va por su tercer año consecutivo en visitar el Santuario de la Virgen de Las Peñas.

Fue el jueves y justo cuando el Sumo Pontífice se desplazaba en el papamóvil por Playa Lobitos, que entre el bullicio de la gente, el del mismo papamóvil y los helicópteros hicieron que la yegua montada por la joven se descontrolara e hiciera que ésta terminara en el pavimento con un traumatismo cráneo encefálico y contusiones en su pierna izquierda.

Claro, un accidente que a nadie le gustaría, pero que ésta vez tuvo un enfoque distinto.

"Llevábamos varios tramos y todo iba normal, pero cuando llegamos al lugar donde ocurrió todo, Aeska se empezó a poner inquieta, sobre todo sus extremidades traseras. Había mucha gente, sonaron los helicópteros y el fervor era evidente. Ahí ocurrió todo", cuenta.

"Caí primero con las piernas y después me golpeé la cabeza. Ahí no me acuerdo de nada, hasta que al despertar y sentir que los brazos me ardían, porque el pavimentos estaba caliente, vi la figura del Papa diciéndome debes estar tranquila, estarás bien, hija... y me dio un besito en la frente. Creo que si bien sentía dolor, en ese rato fue un momento celestial. Imagínese, despertar de una caída, de un accidente, y ver al Papa entregarte la bendición".

- ¿Verdad que recibiste dos rosarios?

- Claro. Después que desperté y al ver que el Papa había descendido del móvil a preguntar por mí y darme las bendiciones, me trasladaron en una ambulancia hasta el centro asistencial. Ahí, alguien, un escolta o un religioso que acompañaba al Papa me puso un rosario en la mano; me aferré a él y llegué a la clínica. El otro, me lo envió Su Santidad y me lo entregaron ya cuando estaba más lúcida en el centro asistencial.

- Tu familia es de Osorno ¿Se enteraron de inmediato que eras tú la del accidente?

- Por supuesto, porque me seguían por la transmisión. Me llamaron súper preocupados, pero después se dieron cuenta que estaba bien, siendo visitada por mi general Villalobos y varios de la institución, como también por obispos y religiosos.

- ¿Crees que te causará alguna especie de trauma lo ocurrido con Aeska?

- No, fue un accidente. Lo diferente es que en el contexto que me ocurrió fue especial y lo recordaré toda la vida.