El país que queremos
Como resulta típico en los días pre y post año nuevo, uno suele hacer un recuento de lo que pasó y piensa en las cosas que querría que ocurrieran en el nuevo período que comienza. En los temas jurídicos, especialmente, también hay mucho que reflexionar y desear para el país.
Quisiéramos un país en que nadie se sintiera excluido. En que uno pueda caminar por las calles sin temor a ser víctima de delitos, pue éste se mantiene controlado gracias a políticas claras de prevención en lo social, de debido proceso en lo judicial, y de rehabilitación en lo penitenciario. Y en que también podamos transitar libremente sin que las policías tengan derecho a detenernos e interrogarnos porque sí, porque se les ocurre y así lo desean, sino que deben tener motivos reales (vinculados a la comisión de un delito, por ejemplo) y su actuar debe estar sujeto a controles reales también.
Quisiéramos un país en que los que pertenecen a pueblos indígenas no sean discriminados, especialmente por un sistema de justicia que debe estar abierto a conocer y reconocer las diferencias, entendiendo que éstas nos construyen como sociedad diversa, y que no debe malentenderse la igualdad ante la ley como un rasero ciego y sordo, sino como uno con amplitud de miras, entendimiento y comprensión.
Quisiéramos, en fin, un país que acoja al migrante en vez de criminalizarlo, facilitando su adaptación y vida en vez de ponerle trabas legales y administrativas. Que eduque y de oportunidades a los más desfavorecidos. Que acoja y rehabilite a quienes han caído. Que no enarbole la bandera de la venganza y la mano dura, sino la del respeto y la igualdad. Que respete y promueva los derechos humanos y eduque a su población, a sus policías, a sus órganos administrativos y judiciales, en ese respeto.
Dicen que soñar no cuesta nada, sin embargo para un país, más que un sueño inalcanzable, debe ser un objetivo, algo por lo cual luchar y promover políticas todos los días.