Ricardo Vivallo: "Trabajo hace años en una oficina"
Paradójicamente, el responsable de uno de los libros más interesantes y refrescantes de la literatura chilena actual, "Cuaderno de Guayaquil"(Saposcat), no se dedica exclusivamente a ser escritor. "Trabajo desde hace años en una oficina haciendo pegas administrativas, básicamente porque dejé la universidad (estudió literatura en la Universidad Católica) y no me titulé", cuenta el ganador del Concurso de Cuentos Paula 2016, editor de Libros Tadeys y flamante autor de la editorial Saposcat.
"Todo lo que escribo es cierto, pero ¿qué importa?", anotó en su "Cuaderno de Guayaquil", recientemente lanzado. La cita pertenece al artista, fotógrafo y escritor francés Eduard Levé, quien se quitó la vida tres días después de entregarle a su editor la novela "Suicidio". Es una coherente introducción para un diario de vida brutalmente confesional que habla de hastío, borracheras destructivas, sexo mecánico, adicciones, visitas médicas y un desencanto de lo cotidiano que sofoca.
En la contratapa, Alberto Fuguet revela sus impresiones tras la experiencia: "Después del morbo y la culpa, uno queda con la sensación de espanto mezclada con empatía por este hombre que a veces no es más que un simulacro y que no romantiza el estar caído, encerrado, a la deriva".
Luego se pregunta si el contenido será o no autobiográfico: "Vivallo ha escrito un texto definitivo. Crucemos los dedos que todo es invento".
Vivallo (33) no se hace cargo de estos misterios, sino que fluye libremente a través de un formato en el que la crónica de "vivencias" convive con reflexiones y citas. Como correlato visual, "Cuaderno de Guayaquil" contiene collages hechos por él mismo. Es una intrigante galería de revistas recortadas, cuerpos desnudos, abstracciones e imágenes mutiladas.
"En un principio yo no estaba muy convencido de incluir mis trabajos visuales, pero finalmente me di cuenta de que había una correlación evidente entre ambas formas, porque el texto fue armado de un modo muy similar al de un collage: fue un trabajo de montaje, de ir ensamblando un fragmento con otro sin tener un esquema premeditado, improvisando un poco, dejándome guiar más por una idea del ritmo que del sentido final del texto", cuenta el autor.