Chile, y en particular nuestra región, están posicionados en el mundo como centros de energías renovables no convencionales (ERNC), sobre todo para el desarrollo de la energía solar. En los últimos años, la capacidad instalada de ERNC, que en 2014 no superaba el 6% de la matriz energética, a la fecha es mayor al 14%. En tres años, dicha capacidad de generación energética limpia creció en 130%. Por esto, no cabe duda de que, además de los mejores precios de la energía para los consumidores, el uso de energías limpias es un paso importante para cuidar el planeta, y para que Chile avance en el cumplimiento de sus compromisos en el marco de las metas del cambio climático global.

Desde 2015, nuestro país cuenta con una Política Energética de largo plazo, con horizonte a 2050. Esto, implica que el Estado Chileno reasume su rol articulador del desarrollo energético nacional, por ende, el avance de un sector tan importante no depende solo de las fuerzas del mercado, sino de una estrategia definida y validada por un proceso participativo de los principales actores del sector, por ende, es una política de estado, independiente de los gobiernos que la apliquen y adapten a las necesidades de cada etapa.

Para desarrollar las ERNC en Arica y Parinacota, se requiere contar con una masa crítica de especialistas que generen y manejen este tipo de energías nuevas, para desplegarlas no solo en la capital regional, sino especialmente en las comunas de Camarones, Putre y Gral. Pedro Lagos. Por esto, desde el año pasado se desarrollan iniciativas y proyectos como el de SERC Chile, que es una asociación de instituciones universitarias y de la alianza público -privada, para fortalecer las redes tecnológicas, las competencias de las personas y las capacidades técnicas vinculadas a las ERNC, preparando recursos humanos que hagan sustentable esta industria, cuyo punto de partida y de destino es nuestra región.

Lejos de erradicarse o descender, la prevalencia del exceso de peso en la población nacional sigue en alza. Esto, según la última versión de la encuesta Nacional de Salud (ENS), que dejó en evidencia que el 75% de la población chilena padece de este trastorno lo que significa en un alza importante respecto de la anterior versión de estudio, correspondiente a los años 2009-1010, cuando era un 67% la proporción de chilenos y chilenas que estaban excedidos en el peso.

En aquel momento, el estudio desglosaba la población con exceso de peso en un 39,3% correspondientes a las personas que tenían sólo sobrepeso 25,1% quienes tenían obesidad y un 2, 3% correspondiente a quienes padecían obesidad mórbida.

Sin embargo la última encuesta mostró que en el caso de la obesidad, hubo un aumento a 32,2% y si hablamos de la obesidad mórbida, el incremento llegó al 3,2% lo que significan más de 7 puntos porcentuales en el primer caso, y más de un punto porcentual en el de la obesidad mórbida.

Estos resultados se reflejan consecuentemente también en algunas afecciones que tienen directa relación con el exceso de peso. Si bien no se habla de incrementos significativos, por ejemplo en el país aumentó de un 9 a un 12,3% la sospecha de diabetes desde la encuesta de 2009-2010 a la realizada en 2016-2017. Además la sospecha de hipertensión en Chile subió del 26,5 al 27,6% en el mismo periodo. En ambos casos, los mayores aumentos de sospecha se han dado en mujeres.

La evolución que tiene el sobrepeso de los chilenos y chilenas lleva nuevamente a poner de relieve la necesidad de adquirir hábitos de vida saludable, como también a que existan políticas públicas destinadas a revertir una tendencia que se ha mantenido constante en los últimos años.

El comportamiento que ha tenido Chile sobre el tema del sobrepeso en el contexto de los países de la OCDE también es revelador. A principios de la década, Chile estaba en el sexto lugar de países con mayor obesidad de este grupo, mientras que hoy está tercero.

En estos momentos, lo peor que nos podría pasar en términos sanitarios, es que como país nos acostumbráramos al vivir con sobrepeso u obesidad.