Hace algunas semanas, Carabineros logró detener un verdadero convoy de vehículos de contrabando que se dirigían a Bolivia, por un paso no habilitado. La oportuna acción policial, fruto de una vigilancia permanente en los rincones más desolados de nuestra región, ha permitido que episodios de este tipo se repitan: el frustrar el paso ilegal de vehículos hacia el vecino país.

Un hecho que le da más gravedad a estos casos, es que en ocasiones los vehículos que se llevan de Chile han sido robados, como ha sido de público conocimiento. Todo esto hace necesario que se tomen medidas contundentes y que reúnan los esfuerzos tanto de las autoridades chilenas, como de las bolivianas.

Y fue esa una de las principales conclusiones del reciente Comité de Fronteras realizado en Arica, y que reunió precisamente a autoridades de Chile y Bolivia. En el encuentro se acordaron acciones conjuntas destinadas a fomentar la colaboración entre ambos países. La lucha al contrabando fue uno de los temas que se abordaron y sobre los cuales hubo acciones comprometidas.

La revisión del Protocolo de Restitución de Vehículos Robados, como también el buscar una mayor cooperación para evitar este delito, responde a aquella necesidad antes expuesta incluso en esta misma tribuna, ante la verdadera costumbre en la que se había convertido el sacar vehículos, incluso en largas caravanas, desde Chile.

Es positivo que el Gobierno de Bolivia también dé una señal potente al respecto, luego de casos expuestos en los medios, incluso a nivel nacional, en los que se percibía cierta impunidad respecto de la llegada o el paso ilegal de automóviles, camionetas, furgones y hasta camiones hacia su territorio.

Chile y Bolivia comparten una extensa frontera, en un territorio inhóspito, de difícil acceso y que se presta para operaciones de contrabando y tráfico de drogas. Son flagelos que al fin y al cabo, perjudican a ambos países, y de ahí la importancia de que sean los dos gobiernos, con todas sus autoridades pertinentes, los que luchen por controlar y poner fin a estas ilegalidades.

En la rotonda de las calles Chacabuco con Velásquez, hay una aberrante escultura de fierro, con la fisonomía de un español y un indígena; y una obscena frase: Dios, tú y yo hicimos América.

Debería decir: Gracias a Ti, Dios y Yo, nos hicimos la América.

La invasión española se materializó a través de un particular sistema de concesiones: Las Capitulaciones. Un Contrato convenido entre la Corona y Capitanes de Conquista, que regulaba la ocupación de los territorios de ultramar. Los Capitanes, financiaban la Expedición, reunían hombres, embarcaciones, armas, caballos y vituallas. Los territorios concesionados, debían posesionarse a nombre de la Corona, que percibía el 20% del oro, plata y riquezas encontradas (Quinto Real). Los conquistadores, recibían cargos y títulos nobiliarios, logrando así la tan ansiada fama y gloria de sí.

Empero, la principal motivación de las huestes españolas, era el acceso a Mercedes de Tierras y Encomiendas de Indios. Es decir, la propiedad de grandes extensiones territoriales y la repartición de los nativos que allí habitaban, para "su protección, educación y evangelización". Como éstos debían tributar, trabajaron cual esclavos, las tierras de su Encomendero.

Al amparo de la cruzada evangelizadora, Dios amplió sus dominios. Sus representantes, en complicidad con heroicos hidalgos matamoros, extirpadores de idolatrías y perseguidores de brujas, fueron muy efectivos en la conquista de las mentes encomendadas. Ni hablar de las tierras y fortunas habidas por la venta de Indulgencias. Hoy, el 40% de los Católicos del planeta, vive en América Latina y el Caribe.

América fue un gran negocio para la Iglesia Católica, la Corona Española y las Empresas de Conquista.

En un Estado Laicista, no confesional, hago votos para que se retire dicha escultura del Espacio Público. Sugiero donarla a España; allí sí será valorada como símbolo del poderío y legado del Imperio Español. ¡Que así sea!

P.S.: No lo intenten con Catalunya, ni Euskadi.