"Umami"
La escritora, que recién dejó el DF para vivir en Escocia, llegó a librerías chilenas con su primera novela, un relato coral sobre el luto y el abandono en una vecindad cuyas casas llevan nombres de sabores.
Laia Jufresa
Editorial Kindberg
272 páginas
$12.000
"Umami": el sabor del duelo mexicano según Laia Jufresa
Suena a tragedia que desaparezcan dos personas que vivían en un mismo pasaje y que esto ocurra en menos de cinco años. A menos que pase en Campanario, el condominio que la escritora mexicana Laia Jufresa presenta en su primera novela: "Umami" (Editorial Kindberg), una especie de vecindad que tiene la forma de ese mapa de la lengua que en algún momento raro de la humanidad pretendió indicar a los niños dónde se sentía cada uno de los sabores. De esta forma, los protagonistas de este texto coral se distribuyen en las casas Ácido, Amargo, Dulce, Salado y Umami, este último un gusto que cuesta definir en occidente, pero que al parecer está presente en muchos alimentos y en varias preparaciones, tanto las gourmet como las de fonda dieciochera. El señor Barriga de Campanario es un antropólogo que poco tiene que ver con el entrañable personaje de Edgar Vivar. Alfonso concibe este proyecto de comunidad, en el que él también vive, con bastante más relajo y como una forma de abstraerse de los ciclos naturales y económicos. Hasta que la muerte se asoma en el pasaje para recordar cuánto cuesta huir de los cataclismos.
Laia sí pudo. El último terremoto de México sorprendió a Jufresa, recientemente seleccionada como uno de los cuarenta mejores autores de ficción de América Latina por Bogotá 39, muy lejos de su país, mientras se instalaba en Escocia, donde se quedará por un buen tiempo. Umami tiene la particularidad de poder leerse de distintas formas, lo que la emparenta con pesos mayores, como "Rayuela" de Cortázar o "Los detectives salvajes" de Bolaño, pero a Laia eso la tiene sin cuidado. Ni se molesta en reconocer algún tipo de influjo. "La estructura está concebida de manera en que las cosas se van hilando y complementando a medida que el lector avanza en orden por los capítulos. Lo que pasa es que ese orden no es cronológico, sino narrativo", aclara.
El celo por el lenguaje es otro elemento que resalta en su narrativa. Carlos Monsivais dijo alguna vez que "Amores perros" era una traducción de "Pulp Fiction" de Tarantino y que resignaba parte del habla chilanga para ajustarse al ritmo fonético del inglés de los barrios bajos gringos, sustituyendo el "fuck you" por la "chingada". A Laia, el spanglish no le pesa porque entiende que el idioma está hecho para moldearse, pero prescinde hábilmente de él para mostrar un pasaje de clase media del DF sin trucos ni voces mestizas impostadas.
-El origen de Campanario está ligado a la crisis financiera del 82 y al terremoto del 85. En Chile pasó lo mismo exactamente en los mismos años. ¿Es una elección circunstancial o vivir estos episodios nos determinan de una manera especial?
-Yo en el 82 no había nacido y el 85 no lo recuerdo, así que son episodios que no viví, pero que, de algún modo, me marcaron.
Porque fueron parte-aguas tan fuertes que marcaron también a la generación siguiente. Pero de un modo distinto, menos brutal y más nostálgico, como los abuelos que no conociste o las casas donde tus papás crecieron: cosas que te llegan de segunda mano y aun así son parte de ti.
-"Umami" es un libro sobre el duelo, pero hay más dulzura que amargura.
claudia leal