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Johnny Mil Pesos

Esta semana se estrenó en cines de todo el país "Johnny Cien Pesos: Capítulo dos", secuela de la película de 1993 de Gustavo Graef Marino que abordó la transición desde el cine de género. El menú incluye acción, sexo, gore y un puñado de bromas sobre el Chile de hoy.
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En la última escena de "Johnny Cien Pesos", vemos al protagonista sangrando sobre una camilla, tapándose completamente con una manta justo antes de que corran los créditos finales. Gustavo Graef Marino, su director y guionista, siempre pensó que el personaje había muerto. Pero de tanto escuchar sugerencias sobre una secuela, se puso a pensar que esa conclusión podría ser también un final abierto.

Así, junto al productor y guionista Patricio Lynch, comenzó a planear el regreso de ese delincuente adolescente que inventó a la luz del Chile de la transición. Detrás de un thriller de manual se escondían fenómenos identificables en la época, como el miedo a la inseguridad que algunos auguraban o la invasión mediática de una televisión convertida en espectáculo.

"Johnny Cien Pesos: Capítulo dos" reencuentra a Johnny (Armando Araiza) 20 años más tarde. Acaba de salir de la cárcel y debe lidiar con un Chile que ha cambiado. No tardará en volver a meterse en problemas. Se relacionará con una banda criminal que incluye a su hijo adolescente (Lucas Bolvarán) y a una chica fatal de mala vida (Luciana Echeverría) que ocupa una lujosa casa en la cordillera ("soy de Maipú, pero uso cartera Lucho Vuitton", le dice en una escena).

Habrá intrigas, traiciones, un villano que refleja al ABC1 progre chilensis (Juan Pablo Bastidas), una familia poderosa ligada a la Iglesia y a la política, detectives de baja monta, matones y, envolviéndolo todo, un Santiago lujoso y aspiracional.

Aunque la intención de Graef Marino es construir un thriller de acción de alto nivel que pueda ser consumido en cualquier parte del mundo, los guiños a la contingencia -desde negligencias en hospitales, pasando por tretas bancarias hasta la inevitable desigualdad social- le dan el sabor local que requiere la secuela. El cineasta, que se formó en Alemania y tuvo un paso por Hollywood, construye una suerte de policial humorístico-dramático que no es mezquino a la hora de entregar escenas de acción, sexo y violencia. Todo esto con una impecable dirección y un protagonista de pocas palabras que se impone como un eficaz héroe de acción.

Ahora bien, si "Johnny Cien Pesos" abrazaba el cine de género sin descuidar la verosimilitud, la secuela se atreve a ir más lejos (ofrece incluso una escena gore en la que la sangre funciona como recurso pictórico). Esto podría generar críticas, pero puede ser visto también como una reafirmación del cine. Si bien Graef Marino alimenta su apuesta con dosis de realidad, entiende la película como un artificio que se nutre de referencias, clichés, chistes, ejercicios de estilo.

El Johnny que regresó no se parece al que conocimos, pero da igual. "Johnny Cien Pesos" se convirtió en un divertimento.

Armando arriaza es johnny en la secuela y luis Bolvarán (de bigote) interpreta a su hijo.

gustavo graef marino.


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