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La panadería le dio una luz de esperanza

Gabriel Wilson encontró su segunda oportunidad para vivir en el oficio de panadero, luego de perder su visión por completo hace 7 años.
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Iniciaba el año 2010 y Gabriel Antonio Wilson Moya (50), recibía la noticia de que no vería nunca más; un diagnóstico errado lo destinó a quedar entre las sombras por el resto de su vida.

"Yo había ido al oculista, ahí me dijeron que tenía glaucoma, me hicieron tratamiento con láser, pero nunca fue el diagnóstico correcto y perdí la visión de los dos ojos, para mi fue bien duro" explicó.

Reencontrarse

Tras el diagnóstico y la importancia de buscar los responsables, Gabriel inició una demanda a quienes atendieron su caso, al no ver resultados -hasta hoy- el camino se le puso cuesta arriba y es que luego de haber trabajado durante toda su vida en taxi colectivo, enfrentar una realidad a oscuras fue el inicio de un largo camino para reencontrarse con una nueva vida.

"Para mi en un inicio era bien complicado, yo había sido seleccionado de polo acuático desde el 80 al 90, además siempre había trabajado en colectivo, era mi fuente de trabajo, entonces cuando me sucedió esto entré en una profunda depresión" contó el padre de familia.

"Para mi fue fuerte, intenté quitarme la vida dos veces, mi señora era la que llevaba el hogar, yo no podía hacer nada y eso me daba impotencia, ya después logre subir un poco el ánimo y comencé a ayudarle a hacer empanadas ya que con eso ella lograba cubrir gastos. Al principio no me dejaba porque cuando me operaban no podía agacharme ni hacer fuerzas entonces no le gustaba, no me dejaba que le ayudara" contó entre risas.

"Fue todo un proceso, volver a buscar y reencontrarme con las ganas de vivir" dijo Wilson.

La amasandería

Gabriel comentó que el inicio de su pequeña amasandería fue gracias a un pequeño negocio familiar que tienen en su casa.

"El negocio pequeño aquí en la casa nos ayudó bastante y luego nos extendimos, yo junté plata por dos años, mientras trabajaba con los programas de empleo; mi señora no sabía y ahí hice los primeros arreglos en mi casa, de a poco y luego con ayuda de Senadis me regalaron una maquina, después con otro programa los hornos y ahí nos lanzamos con nuestro pequeña panadería " cuenta orgulloso.

"Al principio el negocio solo nos daba para comer, hoy gracias a Dios podemos sustentarnos más gracias a la amasandería; diario hacemos cerca de 10 kilos pero también hacemos empanadas los fines de semana y recibimos pedidos para actividades especiales".

Futuro

Pese a que Gabriel reconoce que ha sido un largo camino, no pierde las esperanzas de que en la vida todo puede pasar y que mientras se quiere se puede. Sus proyecciones para el futuro son poder consolidar su microempresa familiar, la que tiene junto a su señora en el rubro de amasandería y en la que sus dos hijos les ayudan a atender.

"Quiero que esto crezca, hoy sueño con extendernos, la gente ya nos hace más pedidos para fiestas o distribuir pan en pequeños negocios.

Mi negocio esta ubicado en San Marcos #1012B y los pedidos los realizan al número 959276578", concluyó el ariqueño que supo volver a ver una luz de esperanza.