Secciones

Venció el miedo y se instaló con su peluquería canina

Cristina Riquelme fue víctima de violencia sicológica y económica en su ex matrimonio y hoy en día es una feliz emprendedora de la estética para perros.
E-mail Compartir

L os perros y la peluquería canina siempre fueron su hobbie. En Valdivia, su ciudad natal, enchulaba a los perritos de amigas y familiares.

En esa ciudad se casó y tuvo 3 hijos. Cristina Riquelme recuerda que comenzó a estudiar sicopedagogía durante 4 años y que por problemas económicos y con su pareja no pudo terminar de estudiar.

"Me quedaban cerca de 3 clases de la carrera y me dijeron que ya no podía entrar más. En esa época uno de mis hijos fue mal diagnosticado y estuvo en silla de ruedas. Toda la gente me preguntaba cómo podía tanto. Dormía 3 horas diarias y aún así me sacaba las mejores notas de mi clase. Cuando no pude terminar mis estudios entré en una depresión. Estudiar era mi vía de escape".

Recuerda que tuvo que arreglárselas como pudo para sacar adelante a sus hijos. Hasta que llegó a Arica con sus niños el 3 de febrero de 2015.

"Mi ex esposo nos motivó a venirnos, me dijo que me iba a ayudar a instalar una peluquería y que iba a terminar de estudiar. Era todo lindo, empecé a buscar perritos y a atenderlos en el departamento donde vivíamos".

Su clientela comenzó a crecer a través del boca a boca. A fines del 2015 tuvo que viajar a Valdivia a operarse de la tiroide y cuando volvió, le pidieron el departamento por no pago. Cuenta que apenas pudo sacar algunas cosas y se quedó en la calle con sus tres hijos, ya que su marido no estaba en Arica y no la apoyó.

"Me fui a unos departamentos a preguntar y una señora me dijo que no me preocupara que me quedara y que a fin de mes le podía pagar. Para mí fue un milagro, las cosas de a poco se me empezaron a dar. En ese tiempo llegué al Sernam y me derivaron al Centro de la Mujer. Estaba sola y no tenía a nadie con quien contar".

Se separó y comenzó a a buscar el lugar para instalar su gran sueño: una peluquería canina.

Encontró una casa en Tierras Blancas. La pintó y habilitó para convertirla en un centro de estética para perros.

"Abrí la peluquería (Dakota) en noviembre. Estoy muy feliz porque voy a divertirme y a regalonear con los perros. Ahora entiendo cuando dicen que uno tiene que trabajar en lo que le gusta. He ido a Antofagasta a especializarme y ahora en agosto tomaré clases con Gisella González (experta en tintes caninos) para poder brindar ese servicio en Arica".

Agrega que "el pelo de los perros es más delicado y requiere de muchos cuidados. Hay que ir aprendiendo constantemente nuevos estilos de corte. Amo a los animales. He rescatado a 2 perritas y si me traen perros de la calle también los arreglo para que sea más fácil adoptarlos".

Sobre su historia concluye que "el hecho de ser mujer me hace más fuerte. Hay que empoderarse de una misma. Ahora me siento empresaria y me valoro. Tengo muchos proyectos y agradezco a los ariqueños por confiar en mí".