A excepción del PC -"que creció"-, el refichaje demostró que el número de afiliados en el resto de los partidos políticos es inferior al que se venía informando al Servel, y no fue fácil ni rápido cumplir con el mínimo exigido para seguir existiendo. Con frecuencia se daba que así como se conocía que había renuncias, con parafernalia se anunciaba el ingreso de nuevos adherentes. De los militantes informados antes de, y que no se reficharon, el órgano electoral los dejó "suspendidos", es decir, inscritos en un partido, pero no refichados.
En estas primarias, hubo casi 500 mil militantes en esta condición. La mayoría del oficialismo, que no participó en estas elecciones, y por ende ellos no estaban habilitados para votar, por descarte. No afectó a los "suspendidos" -militantes no refichados- de los partidos de Chile Vamos, que sí las tuvo, y ellos seguían inscritos en, lo que validaba su participación.
Pero en el transcurso de estas elecciones, se dio este hecho, grave: "la afiliación 'no voluntaria' a un determinado partido", impidiendo al afectado votar por su candidato, y las miradas se dirigieron inmediatamente al Servel, como si los partidos en los que aparecen militando estos "afiliados no voluntarios" no tuvieren ninguna responsabilidad en estos hechos, toda vez que fueron ellos los que, "conforme a sus fuentes legales", hicieron llegar los correspondientes antecedente al órgano electoral, el que sólo se limitó verificar que el afiliado informado no estuviese inscrito, según sus registros, en otro partido, para darle validez y conformar el padrón electoral.
Paso a seguir por los afectados: reficharse, renunciar y, por qué no, querellarse en contra de los partidos políticos que resulten responsables de uso malicioso de antecedentes. De sobra tienen dinero para responder por el daño causado, y es problema interno de ellos investigar dónde estuvo el engaño y quiénes lo cometieron, peor aún si la firma del afectado resultare falsa.
Jorge Saavedra Moena