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La sastrería de los años 60 que se niega a morir

Con máquina de coser centenaria y tijeras de antaño, sastre sigue confeccionando trajes de dos piezas. Y a pesar de la baja clientela, se las arregla con trabajos de costura y uno que otro pedido.
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Leandro Tárraga se inició en el mundo de la sastrería a los 17 años cuando quiso coser sus propios pantalones. La hechura le salió tan bien que siguió confeccionando otro tipo de prendas.

En su natal Cusco no había mucho qué hacer, por eso vino a conocer a su familia ariqueña y gracias a ellos logró establecerse y seguir con su "hobby de sastre", como él dice, hasta hoy, que ya cumplió 71. Después con la ayuda de un libro antiguo de costura y mucha práctica logró perfilarse en el oficio, el cual poco a poco hizo suyo hasta el día de hoy.

Una sastrería

En plena época del Puerto Libre, Leandro trabajó en la empresa Banvarte, donde aprendió sobre telas y otras confecciones, que le han permitido montar su propio negocio "Sastrería Tárraga", el cual creó en 1967 y formalizó el año 70.

"Esos años habían muchas sastrerías, por ejemplo estaba la Noriega, La Porteña, Metro y sastrería Flores, todas muy cerca de aquí, pero no pudieron seguir en el rubro ante la llegada de la ropa que traían las tiendas. Muchos quebraron", dijo Leandro Tárraga.

El señor Tárraga recuerda los años dorados de la sastrería en Arica, donde destacó la formalidad que tenían los ariqueños a la hora de asistir al teatro, casino y otros.

"Antes las familias iban al casino o al teatro de terno, por eso mandaban a coser sus trajes a la medida, incluso los niños necesitaban sus trajes. Pero con el tiempo la demanda bajó", dijo Tárraga.

Entre los grandes cambios, el sastre destacó la calidad de las telas con las que se trabajaba antes, 100% nacional, mientras que ahora se utiliza mucho la tela sintética.

"En la época del Puerto Libre incluso llegaban telas de Inglaterra", añadió.

La fiel singer

En el taller de costura de Sastrería Tárraga el tiempo parece haberse detenido, esto porque algunos implementos de trabajo diario parecen verdaderas reliquias. Una de ellas es una vieja pero valiosa máquina de coser marca Singer, un mesón antiguo y unas tijeras gigantes propias de un buen sastre.

"La máquina de coser la compré usada y ya tenía sus años, pero eso calculando su antigüedad, tiene como 150 años y sigue funcionando. Y las tijeras que sigo usando las compré también usadas el año que abrí mi sastrería y sigue cortando al filo como el primer día", aseguró el sastre.

Tales elementos son difíciles de encontrar en el mercado local, sobre todo la tijera de acero que mide casi como un machete.

La sastrería de Leandro sigue en el mismo lugar que empezó hace 50 años, en Juan Noé con calle Riquelme.

Antes los pedidos para hacer trajes eran tantos que muchas veces tuvo que reforzar el personal para cumplir con las entregas. Sin embargo todo eso quedó en el pasado y hoy los arreglos son la mayor demanda de sus clientes.

"Hoy en día lo que más se hace aquí son los arreglos en vestones y pantalones. Aunque igual se sigue confeccionando ternos elegantes y de buena calidad. Todo a la medida y al gusto del cliente. Porque a veces la gente no encuentra lo que busca en las tiendas y prefiere venir aquí", señaló Tárraga.

Este cusqueño, pero ariqueño neto de corazón, casado con una putreña, es padre de tres hijos y abuelo de 3 nietos. Ninguno de ellos aprendió el oficio, pero sin duda se muestran orgullosos del trabajo que hace el sastre de la familia. Uno de los más antiguos de Arica, ya que son 60 años los que avalan su trayectoria en el arte de la costura.