Estudian matemática con una mirada cultural y ancestral
Academia de Etnomatemática es impulsado por Explora e intenta rescatar la forma antigua de ejecutar operaciones en actividades textiles, de construcción o geoglifos.
Practicar las matemáticas desde el saber ancestral con una mirada andina, es el objetivo de la academia de etnomatemática que impulsa el Proyecto Asociativo Regional (PAR) Explora de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt).
Con salidas a terreno, charlas y dinámicas, estudiantes de tres establecimientos municipales han podido conocer cómo se vivía esta ciencia desde tiempos ancestrales, poniendo énfasis en actividades cotidianas como la elaboración de textiles o la construcción de aldeas y geoglifos.
"Los alumnos han podido descubrir cómo los antiguos habitantes de la región realizaban la resolución de problemas desde su propia cosmovisión", explicó Claudio Fuentes, encargado de Valoración de la Ciencia de PAR Explora.
Del quipu al celular
El taller muestra cómo la observación de problemas, el razonamiento y el ensayo y error formaban parte de la resolución de conflictos y aplicación de la matemática, situación que siglos más tarde, aún se realiza pero con otro tipo de instrumentos.
"La matemática siempre ha tenido un objetivo, solo los instrumentos para llevarla a cabo han evolucionado, pero el fin es el mismo: lograr resolver operaciones", comentó Sandra Alanoca, profesora de la escuela Carlos Condell de la Haza y participante de la academia. Y es que antes de la existencia de los celulares, las calculadoras eran fieles compañeras matemáticas y antes de estas, existió el ábaco, instrumento de madera que ayudaba a realizar operaciones básicas. Ahora, si nos remontamos a fechas aún más ancestrales, podemos hablar de los quipus.
Un quipu tenía una cuerda central desde la cual salían otras de diversos colores, tamaños y formas. Habitualmente los colores representaban sectores y los nudos cantidades (la ausencia de nudo implicaba un cero). También podía suceder que de las cuerdas principales apareciesen otras cuerdas secundarias directamente relacionadas. 4.500 años más tarde nace una nueva forma de llevar a cabo el registro y la contabilidad. El nuevo quipu ya no tiene ni cuerdas ni nudos pero guarda la naturaleza intrínseca de la herramienta: un mecanismo que permite facilitar y agilizar unas tareas presentes desde tiempos inmemorables.
"Lo bonito de esta academia es que rescata la matemática antigua, destacando el patrimonio local. A los niños les encantan las salidas a terreno, porque a partir de lo que ven, comienzan a cuestionarse muchas cosas que son culturales", especificó Omar Iriarte, docente de la escuela Darío Salas.
Una de las interrogantes que les surgió a los participantes de este establecimiento es que por qué si la forma circular es la considerada perfecta por los antepasados, ciertos artefactos-como los refrigeradores- no tienen esta forma. "Las inquietudes les hacen sentido con la realidad actual y quieren saber más y más", dijo Iriarte.
La academia de etnomatemática ha incluido la visita al Pukará de San Lorenzo y la charla de tejedoras locales.
"El tejer a telar conlleva mucho de la práctica de las matemáticas y cómo este saber se ha traspasado de generación en generación. Esta academia no pretende enseñar más matemática, sino vincularla con nuestra historia", finalizó Fuentes.