"Bolaño me dijo que no regresó a México, porque temía morir"
El escritor mexicano Juan Villoro revela un episodio que vivió con su amigo de juventud, el chileno Roberto Bolaño. Además aborda la labor de los artistas en la era Trump y la maleabilidad del tiempo en una cancha de fútbol.
Juan Villoro llega visiblemente agitado al lobby de su hotel. En menos de 12 horas, acaba de aterrizar por segunda vez en Chile. Pese a su miedo a los helicópteros, el escritor mexicano aceptó la invitación para leer desde el cielo el geoglifo gigante tallado por Raúl Zurita en 1993 en el desierto de Atacama y que dice "ni pena ni miedo". A pesar del cansancio, se anima a comentar el reciente empate entre Colo Colo y Universidad de Chile: "Qué pifias la de los arqueros, ¿eh?".
No han sido días fáciles para Villoro. Hace unos días, antes de su primer aterrizaje en Antofagasta, donde asistió al Festival Puerto de Ideas, el también cronista y dramaturgo enfrentó una tarea para la cual confesaría no sentirse preparado: escribir una serie de obituarios sobre su amigo Sergio González Rodríguez (1950-2017), periodista y escritor que trabajó la violencia y los femicidios en Ciudad Juárez.
"Me tocó escribir un artículo para un medio español, donde enumeraba las múltiples amenazas e intentos de secuestro que recibió Sergio mientras investigaba su trabajo, muchas de las cuales atestigüé personalmente. Él fue muy valiente, ya que jamás utilizó esas situaciones para victimizarse", cuenta el novelista, autor de títulos como "El testigo" (Anagrama, 2004) y "Conferencia sobre la lluvia" (Almadia, 2014).
-Roberto Bolaño lo convirtió en personaje para una de tus novelas
-Claro. No es casual que Roberto creara un personaje de informante basado en él, para su novela "2666", en la llamada "Parte de los crímenes". Ambos presenciamos acciones y la vigilancia que existía sobre Sergio (González). Incluso, en una ocasión, a mí y a Roberto nos hackearon los computadores.
-¿Cómo fue eso?
-Yo vivía en Barcelona y Roberto en Blanes, que queda al lado. Ambos recibíamos adelantos de los libros e investigaciones de Sergio a través de emails y, en una oportunidad, mientras leía algo de ese material, un mensaje apareció en mi computadora y congeló el sistema operativo. Decía más o menos "usted no está autorizado a ver este material". Pensé que había sido el único, pero al rato me llamó Roberto para contarme que le sucedió lo mismo.
-¿Qué pensaba Bolaño de la situación de violencia en México?
-Pienso que Roberto tenía una visión a un tiempo celebratoria y a la vez apocalíptica de México. Alguna vez me dijo que no había regresado, porque temía morir como el escritor norteamericano Ambrose Bierce (desapareció en Chihuahua, cuando experimentaba la Revolución Mexicana), que consideraba una especie de eutanasia ser gringo en México.
-¿Qué implica ser un artista en la era de Donald Trump?
-Si algún aspecto positivo tiene la oprobiosa política de Trump es que, al menos, nos obliga a reflexionar sobre temas sobre los que tuvimos que haber reflexionado hace mucho tiempo: esta dependencia absoluta de Estados Unidos, haber abandonado una política latinoamericana, no haber diversificado lo suficiente nuestro contacto con el resto del mundo. Pero esto viene de lejos, Barack Obama fue la cara sonriente de la misma política que Trump. Él deportó a más de tres millones de mexicanos durante los ocho años de su administración, que es una cifra récord. No hay un presidente norteamericano que haya deportado a más mexicanos que Obama.
- Casi mil personas por día.
-Claro. Entonces, ahora, debemos asumir la oportunidad de reflexionar de otra manera. ¿Cómo hacerlo desde las artes? Yo formo parte de un colectivo de artistas que hace poco lanzamos un movimiento llamado "Teatro por la Dignidad", donde la idea es discutir desde los foros teatrales temas como la identidad, la soberanía, la relación con Estados Unidos y la independencia, categorías que se han vuelto urgentes.
Villoro es autor de ensayos, cuentos infantiles y crónicas dedicadas al fútbol.
Es además un futbolista inconcluso: a los 17 años dejó el equipo juvenil de los Pumas de la UNAM.
-¿Por qué escribir sobre fútbol?
-Podría decir que ayuda a describir nuestro tiempo, pero eso es una reflexión teórica. La razón más genuina es que me encanta el fútbol y creo que es importante que un escritor transmita sus pasiones: a Murakami le apasiona el maratón y ha escrito sobre eso, al igual que Vinicius de Moraes, quien era muy aficionado al fútbol, gran hincha del Botafogo.
-Has dicho que un partido de fútbol es el equivalente a una vida.
-Los 90 minutos de tiempo que dura un partido son en sí una vida y el pitazo final, una especie de muerte. Lo curioso es que es un tiempo determinado, reglamentado, pero este puede estirarse o acortarse.
Pienso que es un deporte excesivamente propenso a la sorpresa y al error, tiene la peor jurisprudencia de los deportes. Pero si el fútbol fuera más justo, se parecería menos a la vida. Porque ¿quién de nosotros se merece tener cálculos renales? Y sin embargo sucede, al mismo tiempo que otras personas se ganan la lotería.