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Sergio y Belén, amor a primera vista

Mezclar pasión, aventura y adrenalina con el trabajo, es lo que este operador de grúas realiza hace diez años. En esta ocupación encontró su verdadera pasión, junto a Belén, su grúa.
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Arica, Parinacota y Belén, no sólo son nombres de lugares de la región, también son los nombres con los que el Terminal Puerto de Arica, TPA, bautiza a las grúas que mueven toneladas de mercaderías, desde los camiones a los containers y viceversa.

Sergio Muñoz es operador de grúas hace más de una década, y conoce muy bien a Arica, Parinacota y su compañera de todos los días, Belén, que con 40 metros de altura y 400 toneladas de peso, comparte casi 7 horas diarias de experiencias, aventuras y sobre todo mucha adrenalina.

Muñoz cuenta que se desempeñaba antes como operador de máquina pesada, y no se le cruzaba por la mente operar grúas.

Oportunidad

Un día un amigo le ofreció operar grúas, pero Sergio encontraba que el trabajo era solitario y aburrido. "Háceme un favor, hace esto, y yo tomé un contenedor, giré un poquito y cayó a la primera; de ahí, no sé, algo me pasó, quería estar en la grúa, y hubo una chispa, y me encantó la sensación de poder dominar los tremendos fierros", así recuerda su primer día operando una grúa.

Anécdotas

Trabajar a una altura de 40 metros es una sensación de adrenalina pura, pero también lo es de experiencias y anécdotas.

"No me acuerdo bien si fue un temblor o terremoto bastante fuerte y estaba en la grúa, y la grúa saltaba como esos autos de los niños chicos; a pesar de que pesan unas 400 toneladas, se movía como si fuera un juguete, la levantaba como si nada.

Si bien a uno le enseñan como manejar esas situaciones, todos esos procedimientos se enseñan cuando uno está más o menos relajado, y los ariqueños tenemos esa sensación de que tiembla y viene el agua,y nosotros trabajamos en el agua, entonces se mantiene la calma, y no pasó nada, y logramos seguir el procedimiento, parqueamos la grúa como corresponde y bajamos normal". recuerda Sergio.

Las grúas que se operan en el TPA, pesan 400 toneladas, levantan entre 35 a 40 mil kilos, pero la capacidad máxima es de 100 k. Y tienen un alcance de 52 metros con el brazo de la grúa.

"Pero la sensación de la carga uno la siente en la mano, uno siente cuando el tarro es pesadito o livianito, uno se comunica con la máquina, la máquina te avisa todo", cuenta Muñoz.

Comenta que su cable a tierra es su familia: "ellos son felices con mi trabajo, me han visto crecer".

Adrenalina

Toda su vida es adrenalina, "hago harto deporte, mountain bike, me gusta todo lo que tenga que ver con sensaciones fuertes.

El contenedor hay que tomarlo y ponerlo como con la mano en el camión, porque hay personas ahí abajo, y uno no puede dejar caer 40 toneladas de golpe, el camión sólo pesa 12".

"Para mí venir a trabajar es una aventura más, cada día es diferente, el ánimo es diferente, creo mucho en Dios y le digo que él nomás opere por mí, no tanto por el daño a la carga, sino por el daño a la gente, trabajamos con mucha gente y cualquier movimiento puede dañar a alguien".

Estoy agradecido de trabajar en lo que me gusta. Seguiré operando grúa, todavía no pienso retirarme", finaliza.