Hace unos días, don Abraham Seguel Obreque, padre del novelista Luis Seguel Vorpahl, estuvo de paso por nuestra ciudad. Invitado por su hijo, tuve el placer de compartir algunas horas con él. Don Abraham, quien supera los noventa años, estudió en el seminario San Fidel de San José de la Mariquina. Estando allí, le extrañaba que sus compañeros tuvieran que tomar apuntes y esforzarse, para aprender algo tan sencillo como el griego y el latín. Quizá su desconcierto no hubiese sido tal de haberse retrotraído a su niñez. Esto, porque una tarde cualquiera, antes de cumplir diez años, le recitó durante horas el "Martín Fierro" completo a su padre, quién terminó llorando emocionado.
Su permanencia en el seminario le dio la posibilidad de aprender las dos lenguas clásicas antes mencionadas, facultándolo, por añadidura, para comprender los demás idiomas derivados del latín. Como en sus horas libres interactuaba con los colonos germanos de la zona, decidió aprender alemán. Cumplió su cometido en menos de tres meses. Al tanto de sus extraordinarias habilidades, los sacerdotes ofrecieron enviarlo a Roma, a continuar sus estudios en los más selectos institutos de la Iglesia, condicionándolo a un futuro sacerdocio, camino que le pareció no era para él.
Se tituló de profesor de castellano en la Universidad Católica de Temuco, cuando sus hijos ya eran grandes, debido a que sus estudios en el seminario San Fidel no fueron convalidados por dicho establecimiento. Por lo que, en la misma carrera, era alumno y profesor de latín de su clase. Su último trabajo fue enseñando griego y latín en la UTA Arica, institución que en su momento pareció no apreciar la real valía de don Abraham.
Nos daba una clase magistral sobre las divinidades griegas, realzada por la puesta de sol en La Lisera, cuando hice una pregunta más bien retórica. ¿Y qué fue de los dioses del Olimpo, don Abraham? La respuesta no demoró más allá de un par de segundos. "Ya no están, desaparecieron cansados de tanto no existir."
Un viejo genial, sin duda.