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Las historias de esfuerzo y los sueños por cumplir tras la gratuidad

Cerca de 2.500 beneficiados podrán seguir estudios gratuitos en la Educación Superior. Estos son algunos de los anhelos que tienen jóvenes y adultos que desde marzo, acudirán a las aulas para poder estudiar o perfeccionarse.
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Cuando Romina Bravo (23) habla de Cristóbal, su mirada se ilumina y una sonrisa espontánea marca su rostro. Dice que todo lo hace por él y para él, para darle la vida que merece y sobre todo, para que se sienta orgulloso de la madre que tiene. Por eso, y pese a tener un título de Técnico en Educación Parvularia, no dudó en postular para estudiar la carrera de educadora en la Universidad de Tarapacá.

Romina es hija de comerciantes ferreteros que, a punta de esfuerzo, sacan adelante un puesto en el agro. Como el dinero escasea, decidió postular a la gratuidad, beneficio que permite que estudiantes puedan acceder a estudios superiores sin cargar con las deudas del proceso estudiantil. Y salió beneficiada. Ya en marzo comienza las clases.

"Estoy contenta y agradecida. Es una tremenda oportunidad, pues de otra forma, habría sido súper dificil estudiar. Me da un poco de pena el Cristóbal sí, porque es tan chiquitito... pero todo es por su bien".

El niño tiene poco más de un año y mientras Romina estudie, estará al cuidado de sus abuelos maternos.

"Mis padres son un tremendo apoyo. Ellos ven al Cristóbal, lo cuidan y se hacen cargo de algunos de sus gastos. El tema ya lo hablamos en familia y aunque será un sacrificio compatibilizar mi rol de madre con el de estudiante, lo haré gustosa porque es para mejor", explica decidida.

La joven dice tener "llegada" con los niños. Por eso no dudó en optar a esta carrera y no a otra. Sobre su futura profesión, Romina tiene las ideas claras. "La educación prebásica es súper importante porque desde la niñez uno enseña valores, estimula al aprendizaje y se forman personas. Eso es lo que más me apasiona".

2.429 beneficiados

"Este año tenemos a 2429 familias beneficiadas. Eso significa un acceso igualitario y un golpe a la inequidad. Hoy estamos emparejando la cancha de las oportunidades para que cada estudiante pueda soñar y creer que es posible llegar a la educación superior y romper con la desesperanza aprendida que muchas veces impedía que los jóvenes terminaran sus estudios" cuenta la seremi de Educación, Giullia Olivera.

La autoridad manifestó que hoy en día todos pueden optar a la gratuidad, independiente de su edad y del establecimiento que hayan egresado. Es así como en la región es posible encontrar a beneficiados que salieron de colegios pero también de liceos técnicoprofesionales. También hay seleccionados de todas las edades e incluso, alumnos extranjeros.

Álex Cunyas, por ejemplo, es peruano pero vive desde hace años en la ciudad junto a Grimanesa, su madre, y una hermana. Álex egresó el año pasado del Liceo Politécnico, donde sacó la carrera de Electricidad que asegura, nunca le gustó. Con la ayuda de su hermana decidió postular al beneficio.

"No sabía cómo hacerlo, además es un trámite extenso, pero vale la pena. En algún momento había perdido la esperanza y pensé que no iba a quedar, entonces quise tirar la toalla como se dice. Pero mi familia me impulsó a no desanimarme y justamente salí beneficiado", recuerda.

En el 2016, la gratuidad se amplió a los Centros de Formación Técnica (CFT) e Institutos Profesionales (IP) que cuenten con 4 años de acreditación y que estén organizados como sociedades sin fines de lucro. La histórica medida busca mejorar las posibilidades de acceso de los estudiantes a la continuidad de estudios y perfeccionamiento.

Gracias a eto, Álex estudiará Técnico en Enfermería en el CFT Tarapacá, pues asegura, es su vocación.

"Me gusta ayudar a la gente. Sé que hay muchas personas enfermas que necesitan ayuda y yo quiero estar ahí y poder hacerlo".

Grimanesa, su madre, habría preferido que se quedara con el tema eléctrico. Dice que trabajar con enfermos es complicado, que hay que tener sangre fría para que las situaciones no afecten. Resignada, entendió que el futuro profesional escogido por Álex es lo que lo hará feliz.

"Cuando era chico soñaba con ser médico forense. Ahora él quiere seguir la enfermería o quizás, más adelante, ser doctor. Qué le voy a hacer, si es lo que a él le gusta. Yo pido a Dios que sea feliz y esto de la gratuidad nos tiene muy agradecidos".

La madre del joven trabaja vendiendo verduras en el agro. Los días para ella comienzan a las 4 de la mañana, hora en la que se levanta y se prepara para partir a la popular feria. Muchas veces Álex la ha tenido que acompañar y lo hace para ayudarla, porque es un buen hijo, dice.

"Mi sueño es llegar a ser un profesional y retribuir lo que mi madre ha hecho por nosotros. En unos años más me veo en un hospital, en una clínica, haciendo lo que me gusta".

Trabajo y estudio

Dominique Santos es otra de las beneficiadas con la gratuidad. Cursa segundo año en Técnico en Educación Parvularia. El primer año lo costeó ella, trabajando en el día en un jardín infantil y estudiando de noche. Este año, en cambio, el dinero será para ella, para ahorrar y comprarse una casa.

"Mis padres estaban felices. Soy la primera de la familia que estudia en educación superior y aunque el año pasado fue difícil compatibilizar trabajo y estudio, este año tengo la recompensa y podré dedicarme cien por ciento a los estudios".

De padre chofer de colectivo y madre dueña de casa, Dominique es la mayor de tres hermanos. Por eso, siente una gran responsabilidad con sus estudios.

"Esto permitirá que muchos como yo, podamos continuar estudiando y perfeccionándonos sin necesidad de tener deudas", acota.

Madre e hijas

El año pasado la vida de Paola Quevedo (45) tuvo un vuelco. Un día no se sintió bien, una arritmia le provocó ahogos que la llevaron a caer de urgencia en el hospital.

De la noche a la mañana, tuvo que hacerse la idea que tenía problemas cardíacos y que la operación al corazón era inminente. Sus válvulas estaban fallando.

A pesar de que le dieron hora para someterse a la cirugía en septiembre, esta no se concretó. Luego sería en diciembre y tampoco ocurrió.

"Un día pensé que si me tengo que morir, quiero que sea haciendo lo que me gusta y cumpliendo las metas que me propuse en la vida".

Así fue como decidió matricularse en la carrera de Técnico en Enfermería, pues desde hace algunos años se dedica al cuidado de ancianos.

Cuenta que además de vigilar sus medicinas y acompañarlos al médico, ella los entretiene, comprándoles diarios y revistas o ayudando a las abuelitas a bordar.

"Me gusta ayudarlos a sentirse útiles. Les converso, los acompaño y los cuido. Eso me motivó a elegir la carrera".

Paola tiene dos hijas: Isa y Andrea. Las tres fueron beneficiadas. Eso es un tremendo alivio al bolsillo familiar, ya que, de otra manera, habría resultado imposible seguir los estudios superiores, ya que las tres mujeres viven como allegadas en la casa de la madre de Paola.

"Nos buscamos la platita con esfuerzo. Con mi mamá vendemos almuerzos y yo trabajo en las tardes cuidando ancianos. Que podamos seguir una carrera es un sueño", dice Paola.

Isa, una de sus hijas, se inclinó por Kinesiología. La vocación de servicio en favor de otro es algo que viene de familia.

"Estoy feliz por mi mamá, que se lo merece. También por mí. Estoy ansiosa porque comiencen las clases, al menos ya vi la malla curricular y los ramos me gustaron bastante".

Paola y sus hijas ven la opción de la gratuidad como una oportunidad de acceder a una educación igualitaria, donde no es necesario tener grandes sumas de dinero para sacar el anhelado cartón.

"Seguiremos con la venta de almuerzos porque igual hay otros gastos. Yo estudiaré en las noches, así que podré ayudar a mi mamita", recalca Paola, quien ahora siente fuerte su corazón, pero ya no son las arritmias, si no la felicidad de cumplir un sueño que se vio postergado por la crianza, por la plata y por el tiempo, pero que este año se hará realidad.