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Musulmanas chilenas cuentan su estilo de vida

Hayara y su esposo eran dueños de una botillería cuando se convirtieron al Islam. En un año dejaron todo y se dedicaron, hasta hoy, a enseñar el Corán.
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Mijaíla Brkovic Leighton

Teresa Di Giovanni (48) pasó a ser Hayara Ibrahim a sus treinta años, época en la que se convirtió al Islam. Santiaguina de nacimiento, esta madre de cinco hijos cambió su nombre y todo su estilo de vida cuando el "vacío que sentía en el corazón" fue colmado por la religión musulmana.

Ingresar a la casa de Hayara es como entrar a otro país: tapizados con diseños arábigos, aroma a incienso y mujeres que visten túnicas y hablan un idioma desconocido hacen creer que estás en Medio Oriente, cuando la ubicación real es Alto Hospicio.

"Nuestro hogar es una Madrasa", explica, lo que quiere decir que funciona como una escuela donde se enseña el Corán, se hacen oraciones y también se practican deportes, como karate y aikido. Eso sí, las mujeres y los hombres -desde la adolescencia- no comparten espacios.

"Yo me crie como católica, siempre rodeada de monjas. Incluso me casé por la Iglesia", cuenta Hayara. En ese tiempo, el nombre de su marido era Atilio Reyes, hoy conocido como Ibrahim, uno de los chilenos musulmanes más influyentes en Iquique gracias al trabajo de educación islámica que realizan como familia.

Conversión

Teresa y Atilio estuvieron, durante siete años, en búsqueda de una creencia que los llenara espiritualmente. Y fue una casualidad la que los acercó al Islam. "Un domingo en la tele vimos un documental sobre la peregrinación a la Meca y eso nos acercó".

En ese tiempo, la pareja trabajaba vendiendo alcohol (bebestible prohibido en el Islam) y abarrotes en Santiago. En menos de un año, la familia se había convertido al Corán (incluyendo 4 hijos y una suegra) y había dejado todo para trasladarse a vivir una vida musulmana a Iquique, "donde había una comunidad más grande que en Santiago", cuentan.

"Un par de años después nos fuimos a Karachi, Pakistán, con la finalidad de vivir a fondo la vida musulmana. Allí estuvimos 7 años", señala. "Fue un cambio fuerte, sobre todo por la cultura (...) cuando pasábamos en un grupo de mujeres, los hombres se pegaban contra la pared para no tocarnos", recuerda riéndose.

Mujer en el islam

Para Hayara y sus amigas, la vida como mujer musulmana "no es sumisión (...) muchas veces incluso tomo más decisiones de la casa que mi marido", asegura. "Hay muchos mitos, como que caminamos detrás de nuestros esposos, que no son ciertos", explica Hayara agregando que eso sucede solo en algunos países musulmanes, pero que no es parte "oficial" de la religión.

Sobre la vestimenta, asegura que "en el Islam, no hay una ropa específica, usted decide cómo vestirse". Aun así, se promueve cubrir 'los encantos', que sería "el pelo, las pompis y los pechos", dice Hayara. Además, el uso de vestidos sueltos y de colores poco llamativos sería lo más indicado (en Medio Oriente se recomienda el negro), aunque no obligatorio.

"Lo único que te hace ser musulmán es creer en un solo Dios, Alá", afirma Liza Parra, también chilena convertida. De todas formas para muchas mujeres islámicas vestirse con túnicas, usar velo y cubrir su cabello es un motivo de orgullo porque están imitando la vestimenta de María, madre de Jesús, profeta en el que los musulmanes creen, pero que no consideran hijo de Dios.

Sus trajes, de finos bordados y telas similares al tul y la seda, los traen directamente desde Medio Oriente: "Acá es muy difícil encontrar nuestra ropa. Hay algunos lugares en la Zofri donde venden, pero casi nada", asegura.

Consultadas sobre si van a bañarse a la playa en esta época de verano, cuentan que lo hacen, "pero con ropa, la única diferencia es que no nos ponemos el traje de baño (...) igual preferimos ir a playas más lejos, para estar más tranquilas, pero también podríamos ir a Cavancha si quisiéramos", asegura Hayara.

El único problema real que sienten las chilenas musulmanas es la desconfianza de los que no conocen su religión: "Acá me han dicho que vuelva a mi país, siendo que soy chilena, o que soy una sometida", cuenta Parra.

Sin embargo, para estas mujeres convertidas, el Islam es el tipo de vida que eligieron y el que las satisface, tanto en el espíritu como en la práctica.

"Yo me crie como católica, siempre rodeada de monjas. Incluso me casé por la Iglesia con mi marido".

Hayara Ibrahim,, chilena convertida al Islam."