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Las virtudes del modelo uruguayo

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A pesar de que en los últimos días ha habido una avalancha de hechos noticiosos en el mundo del deporte, sigo en el tema de las selecciones menores.

Habría podido escribir de cómo la Copa Libertadores, en la última década, le ha dado vuelta la espalda a Colo Colo o el descubrimiento que parece ser Martín Palermo como entrenador, teniendo en Unión Española su trampolín.

Hablar de la postulación de Chile a los Juegos Panamericanos era una alternativa, o bien el Super Bowl americano y su torrente inagotable de cifras, o bien la resiliencia demostrada por Daniela Seguel, pilar en el triunfo de las damas sobre Argentina en la Fed Cup de tenis. También, sobre el inicio de nuestro campeonato de fútbol profesional. Es el torneo número 100 de primera división y ese dato pasó absoluta y totalmente inadvertido.

Finalmente, el que el Consejo de Presidentes de la ANFP haya decidido volver a los torneos largos, me produce gran satisfacción. Lo intenté, infructuosamente, durante mis cuatro años de presidente y siempre perdí. El tiempo, seguro, invitó a reflexionar a los consejeros y estos han decidido volver a jugar como en las grandes ligas del mundo.

A pesar de todo lo anterior, quiero centrarme en el tema de las selecciones menores. Es muy doloroso seguir la fase final del torneo sudamericano con desdén.

Allí, en la altura de la capital de Ecuador, están los llamados a ser los grandes ídolos del fútbol mundial en el próximo lustro. Y nosotros, lejos, muy lejos. Entonces, debemos meditar y tomar una decisión crucial: decidir si nuestras selecciones sub 17 y sub 20 son formativas o de alta competencia. Formativas implica seguir enseñando a los jugadores desde aspectos técnicos hasta tácticos, aparte de entregarles herramientas para un crecimiento integral. Alta competencia, nos obliga a exigir a los jugadores -y sus formadores en los clubes- resultados que llegan gracias al correcto uso de la técnica y la táctica. Lo anterior, apoyado en un comportamiento de carácter profesional, en todo sentido. Dependiendo como se defina, se selecciona y se pide y orienta a los clubes a trabajar en ese sentido.

El primero -el formativo- es un proceso a largo plazo; el otro -la alta competencia- requiere acelerar el trabajo.

Ejemplos abundan. Me quiero centrar en uno muy cercano y que siempre catalogamos de milagroso: Uruguay.

Esta noche pueden sumar su octava corona sudamericana juvenil. No la reciben desde 1981. Pero, de los últimos 11 mundiales sub 17 y sub 20, han estado presentes en nueve.

Y con el proyecto de sus selecciones menores, han transferido 67 jugadores, por unos 108 millones de dólares, en la última década. La fórmula: encontrar el camino y recorrerlo con un estilo. Para ello se necesita consistencia y perseverancia.

Lo resume así Washington Tabarez, el maestro, técnico de Uruguay desde marzo del 2006, en charla con los colegas de El Observador de Montevideo: "Que sepan que acá vienen como privilegiados y que lo deben devolver con creces", Y complementa con sabiduría: "Yo le hablo a los sub 20 que el jugador de la selección comparte responsabilidad. Cuando va a la cancha, está solo con lo que trae, con lo que se le dio hasta el momento, con lo que trae en sus dones, con su actitud, está solo con los rivales, y los únicos que lo pueden ayudar son sus 10 compañeros de campo. Eso es el fútbol". Simple y claro. Los comentarios sobran.

"Me quiero centrar en un modelo que catalogamos de milagroso: Uruguay (...). Han transferido 67 jugadores, por unos US$ 108 millones, en la última década"."