Una catástrofe ecológica
Desde hace ya más de una semana que la televisión y las redes sociales nos traen cada día dramáticas imágenes de casas quemadas, pueblos y ciudades cubiertos por el humo y personas que perdieron sus viviendas, enseres y a veces el trabajo de toda una vida.
También nos llegan escenas de animales de granja y mascotas muertas a consecuencia de los siniestros o en grave estado tras haber sufrido quemaduras o haber inhalado grandes cantidades de humo.
Es terrible, sin duda, pero también lo es la situación, menos visible, de los animales silvestres, que tienen que depender de su instinto para tratar de salvarse de una tormenta de fuego como el país no había visto antes, al menos no desde que hay registros.
Zorros, felinos autóctonos y marsupiales chilenos han llegado hasta zonas pobladas, huyendo del infierno y contrariando su natural desconfianza en ser humano, ya sea desorientados o víctimas de la desesperación.
Ellos están recibiendo atención veterinaria y siendo acogidos por zoológicos, con la esperanza de recuperarlos y poder, luego reintroducirlos en su ambiente natural.
Sin embargo, es incierto si habrá ese ambiente en condiciones de recibirlos de vuelta, al menos en el corto plazo.
No se puede regresar un ejemplar a un sitio completamente quemado, donde su única perspectiva es morir de hambre.
Y la recuperación del ecosistema puede ser bastante lenta, considerando que el suelo desprovisto de vegetación se verá expuesto a importantes procesos erosivos una vez que lleguen las lluvias.
Muchos de esos animales requerirán, entonces, estar albergados por largos periodos antes de poder volver a la naturaleza.
Algunas de esas especies habitan también en nuestra zona y tal vez, los expertos lo dirán, podrían algunas de las áreas silvestres protegidas de la región recibir algunos de esos inquilinos, a la espera de que su ambiente natural se recupere.
Pero más importante, todo lo ocurrido enfatiza la importancia de cuidar nuestras reservas silvestres, hoy más valiosas que nunca.