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Regalones de la semana

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El tierno Sky

Sky tiene 16 años y a pesar de su edad, sigue siendo el regalón de su dueño.


Le encanta su corbatín

Benito: este minino tira pinta con su

elegancia con su lindo corbatín.


No lo querían por sarnoso

Negrito fue abandonado por tener

sarna. Se recuperó, lo rescataron y ahora es feliz.

¿Quieres ver a tu mascota en La Estrella? Mándanos su foto y una pequeña reseña al correo raraya@estrellanorte.cl

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[bien animal]

Esos gatitos ariscos

@FranCorralS / Francisca Corral | Directora de fundacionjulieta.cl
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¿Han visto gatos que no se acercan a las personas? Esos que te ven y corren y desaparecen. Esos que no aceptarían jamás el contacto con un humano, que no aceptarían una caricia ni te regalarían un ronroneo.

Esos gatos tienen un nombre y se llaman gatos ferales. Son gatos que han sido abandonados por sus familias humanas o se han perdido o han nacido en el abandono. Al no tener contacto con humanos durante un período prolongado, los gatos se asilvestran o pierden la sociabilización. No es lo mismo que un gato abandonado en la calle, ya que uno de ellos podría perfectamente vivir en una casa sin ser la mascota más cariñosa de la tierra.

Los gatos ferales no atacan, de hecho preferirían huir de una persona a atacarla. Una madre feral les enseñará a sus gatitos a evitar a los humanos y a defenderse para poder sobrevivir. Estos felinos pueden ser capturados y socializados para luego ser puestos en adopción. Se estima que la ventana de socialización está entre las siete semanas y los cuatro meses de edad. A pesar que algunos gatos mayores se pueden socializar, el proceso es largo y difícil, y el gato raramente se torna amistoso y, por el contrario, permanece siempre temeroso. Qué podemos hacer entonces por ellos. Lo primero que hay que hacer es que si vemos gatitos tenemos que tomarlos para que empiecen rápidamente su proceso de sociabilización antes que sea demasiado tarde.

Lo segundo, y más importante, es ayudar a controlar su población. Esto se hace a través de un método llamado en inglés con las siglas TNR (trap-neuter-return: atrapa-esteriliza-devuelve) y es el único método humanitario comprobado y efectivo para controlar el crecimiento de las poblaciones de gatos ferales. Y consiste en atrapar a estos gatos con jaulas especiales, esterilizarlos y luego del post operatorio se devuelven a su lugar. Con esto, esa colonia de gatos que se reproducía todo el tiempo, controlará su natalidad reduciendo el número de gatos y además evitará los comportamientos indeseados de ellos como las peleas, la excesiva vocalización y el olor a orina proveniente del marcaje de territorio, todas relacionadas a conductas propias del celo. Es triste pensarán devolver a un gato a la calle pero es la única opción para ellos. Los adultos jamás serán un gatito socializado, a lo más permitirán la presencia de quienes los alimentan. Además, así se evita el nacimiento de miles de gatos más y, por lo tanto, el sufrimiento de la calle. Es precisamente la falta de implementación de estas políticas lo que ha provocado las miles de colonias de gatos que hay en nuestro Santiago y en Chile. Lo bueno es que si toman la decisión de ayudar pueden pedir apoyo a la fundación TNR Chile, que se dedica precisamente a esto.

Así que ahora no hay excusas para no ayudar, darles comida seguro sirve, pero antes hay que controlar que no sigan naciendo más y para eso hay una opción real de ayuda. Ojalá nuestros municipios se hagan más conscientes de los problemas de las comunas y podamos ayudar tanto a los gatos como a quienes seguramente no están tan contentos con la presencia de estos peludos de pocos amigos.

"Los gatos ferales no atacan, de hecho preferirían huir de una persona a atacarla. Una madre feral les enseñará a sus gatitos a evitar a los humanos y a defenderse para poder sobrevivir. ""

Restaurante niega entrada a perro lazarillo de mujer ciega

Fue por las redes sociales que se conoció el caso. Florencia Herrera pasó una desagradable situación el domingo pasado cuando se disponía comer los manjares de la comida peruana. Para ello se dirigió al sector de Plaza Ñuñoa, aunque sus planes estuvieron a punto de arruinarse. Esto porque se dirigió a un restaurante del sector, ubicado en la calle Manuel de Salas, aunque personal del lugar le impidió la entrada. ¿La razón? Al ser no vidente para desplazarse sin dificultades es guiada por un perro lazarillo llamado "Otto". Se tuvo que ir a otro lugar donde si le permitieron ingresar.