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Minvu dijo que demolición debe ser aprobada por la Comisión de Medioambiente

La población fantasma que vive entre el desalojo y la contaminación

Chilenos y extranjeros que conviven en casas abandonadas por la contaminación de polimetales, tienen como factor común la vulnerabilidad social que los llevó a tomarse estas viviendas para tratar de darle un techo a sus hijos.
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Caminando por Villa el Solar del Cerro Chuño, se escucha desde los hogares canciones de reggaeton y folclor colombiano. En los pasajes hay niños jugando a la pelota y vecinos comprando útiles de aseo en improvisados almacenes que ellos mismos han levantado. Un paisaje común de cualquier población ariqueña, pero esta es distinta, porque bajo tierra están los vestigios de un error del estado de Chile que en los '80 dejó que se enterraran desechos de polimetales de Europa y luego construyó viviendas sociales junto a ese basural químico.

La mayoría de los antiguos habitantes han sido relocalizados en otras poblaciones de la ciudad por medio de la ley 20590 de "Polimetales", la cual entró en vigencia en mayo de 2012. Al día de hoy, el actual gobierno está en proceso de reubicar a las últimas 258 familias que quedan de un total de más de 850.

La idea original era deshabitar completamente el sector, pero a fines del 2015 se hizo evidente que a medida que las familias propietarias iban siendo relocalizadas, sus casas abandonadas iban siendo ocupadas por otras personas y en 2016 este fenómeno aumentó debido a un rumor. Hoy las personas que viven allí saben que en cualquier momento los pueden desalojar y lo único que esperan de las autoridades es que les avisen con tiempo, puedan participar en diálogos y demostrar que existen casos donde la necesidad los llevó a la toma.

Futura enfermera

Javiera Colque, lleva ocho meses viviendo en la casa de su vecina. Ella nació y se crió en Cerro Chuño. Su familia fue relocalizada, a un departamento, pero ella junto a su pareja se tomaron una casa para vivir juntos.

"Estoy estudiando enfermería y pago 260 mil pesos mensuales. Era muy difícil estudiar y trabajar, así que con el trabajo de mi pareja se va casi todo el sueldo en mis estudios y no podemos pagar un arriendo", comentó la joven que sufre de la estigmatización de su barrio cuando ofrece su hogar para hacer trabajos de la universidad. "La gente habla demasiado que esta población es mala y que hay mucha delincuencia, pero en realidad no es así, la delincuencia está en todos lados. En este sector es tranquilo", comentó.

En su hogar no sacaron ni el techo, ni las ventanas o puertas, como sí ocurrió con otras viviendas. Incluso recibe boletas de agua y las paga. Hoy su familia es su pareja y sus dos perros: Channel y Aton.

Javiera tiene arsénico y plomo en el cuerpo. Con esos resultados, no teme quedarse más tiempo en el Cerro Chuño, pero sí le preocupa tener hijos, porque puede que en ellos repercuta la contaminación.

Cama para tres

Afuera de uno de los improvisados almacenes que han creado los vecinos, Paloma y Ana están jugando a las cartas bajo un quitasol, mientras los niños juegan y comen mandarinas.

Ana es dirigente vecinal en la población y lleva más de un año en una de las casas en toma.

Ella es oriunda de Calama, pero por problema respiratorios de la nieta que tiene a cargo, los médicos le recomendaron vivir en una ciudad costera. En Arica encontró una pieza a $70.000 donde sólo le cabía una cama de dos plazas donde vivía con su nieta de 3 años y su hijo de 14. Luego de muchas dudas llegó a Cerro Chuño. "Lamentablemente acá pagan el mínimo y no en todas partes, a veces es mucho menos, entonces pagar arriendo y alimentarse se vuelve imposible. A las autoridades les cuesta creerlo, porque no lo han vivido (...) la intendenta no se ha entrevistado con nosotros y creemos que cuando asumió dicho rol, se comprometió con cada habitante de la región".

Aumento de tomas

Ana relata que paulatinamente comenzaron a llegar familias a tomarse las casas del Cerro Chuño. Ella llegó a fines de 2015, pero asegura que se comenzó a llenar luego que se anunciara que iban a dar autorización para que estuvieran cinco años en la población, lo que llevó a una polémica pública entre el Serviu y Evópoli.

"Con eso acá se llenó y llegaban camiones a las 5 de la mañana para tomarse las casas. Ahí llegó gente que sí tenía casa y las arrendó y también gente con otros intereses".

El permiso no fue real y el sector se repobló casi en su totalidad. En abril la gobernación autorizó el corte de los suministros básicos y luego de protestas y marchas, lograron restablecer los servicios.

Inminente desalojo

Al consultar al Serviu por el proceso de relocalización, concordaron que el gobierno de Sebastián Pïñera promulgó una ley de polimetales "bastante incompleta y que no contaba con ningún tipo de planificación, por lo mismo, al asumir el Gobierno, en 2014, nos encontramos sólo con una persona acreditada y un proceso de relocalización de viviendas incipiente, así es que nos pusimos manos a la obra a buscar alternativas para las familias que aún habitaban Cerro Chuño, pese a la indicación de no hacerlo". Luego de ordenar y planificar, comenzó la relocalización a través de subsidios y hoy se encuentra en proceso la última etapa, donde 258 familias serán relocalizadas en el sector Nuevo Norte, aproximadamente en el mes de agosto.

El desalojo, explicaron desde el Serviu, es una etapa inminente y contará con una inversión aproximada de mil millones de pesos, "proceso que hoy se encuentra en análisis de la mesa técnica intersectorial constituida en la región y será ejecutada una vez sean desocupadas las viviendas".

La demolición requiere estándares de seguridad ambiental acordados por la Comisión de Medioambiente, lo cual permitirá la construcción de proyectos de reconversión urbana para proyectos no habitacionales, dada la contaminación registrada en dicho lugar.

"El destino del lugar no depende de nuestra cartera sino de una decisión macro. Se licitó el Estudio de Reconversión del sector y modificación del Plan Regulador, que fue incorporado a la Modificación del Plan Regulador de la ciudad de Arica, la cual iniciará su proceso de participación ciudadana y de aprobación".

Respecto de qué pasará con las familias en toma, si se va a gestionar su salida vía desalojo o re-ubicación, esto no fue respondido, ya que la autoridad se remitió a responder en torno al proceso de relocalización y desalojo de los dueños originales .

Migración

Ana es presidenta del comité que ya está conformado y que busca soluciones definitivas a su problema de vivienda. Si bien esto es un primer paso de un proceso que puede demorar varios años , no todos los vecinos de Cerro Chuño pueden optar a ello.

Hay un alto porcentaje de migrantes viviendo en la población y hay varios que están en situación irregular. "Acá hay muchos migrantes: hay venezolanos, colombianos, haitianos, ecuatorianos, peruanos, bolivianos y dominicanos", comentó Ana.

Desde Guayaquil hasta Iquique llegó la familia de Priscila Alvarado, compuesta por sus padres, hermana, cuñado y hermano.

En la vecina ciudad, el padre se desenvolvió como maestro constructor, pero el empleador no pagó sus cotizaciones.

"Se aprovecharon. Nosotros no sabíamos qué estaba pasando hasta que mi papá se enfermó y cuando se fue a atender al hospital le dijeron que no tenía nada pagado en salud. Ahora papá está de cero".

Cuando llegaron a Cerro Chuño, las casas estaban con animales muertos, excremento, sin techos, escombros y con hundimientos. Hoy la casa tiene techo de cholguán, los hoyos los taparon con los ripios que estaban botados y para darle mejor aspecto pintaron las paredes. En el mismo pasaje, está Carolina Triviño, colombiana que llegó en febrero de 2016 junto a sus cuatro hijos, "me ha tocado guerreármela", comentó. "Me vine de mi país porque allá se vive un proceso de mucha delincuencia y no hay trabajo".

Al igual que Javiera, Carolina considera que está es una población tranquila. "El problema es que la gente juzga mucho sin saber".