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La familia que hizo de un remolque una casa rodante XXL

Los Aguilera acampan todos los veranos en la playa. Cuando las carpas se hicieron chicas, decidieron adaptar un remolque para pasar los días de vacaciones.
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El exquisito aroma de un cordero al jugo inunda cada espacio del remolque que el ariqueño Antonio Aguilera habilitó como casa rodante para pasar las vacaciones en playa Las Machas. El menú de hoy es ese. Otros días hay parrillada o algo preparado en el horno de barro que él mismo construyó. También se puede cocinar cualquier cosa que los invitados lleven para compartir.

Dice que acampar es una tradición que sagradamente cumple cada año al salir de vacaciones. Ser camionero es un trabajo lleno de sacrificios, por lo que pasar unas semanas con los seres queridos en la playa resulta siempre un buen panorama para el descanso.

No se dio cuenta en qué momento las carpas comenzaron a quedar chicas. Había que sumarle comodidades al espacio, sobre todo si se pasarían más de un mes en el balneario. Por eso Aguilera habilitó el remolque, donde ahora tiene colchones, sillones, la cocina, el refrigerador, un home teather para los karaokes nocturnos y hasta un espejo, para que las mujeres de la familia se puedan echar una manito de gato.

"Acá llega gente todo el día. La familia, los amigos, los amigos de los amigos y se va armando la cosa. Tiramos la talla, conversamos o nos pegamos un karaoke. También hemos hecho unos bailables", comentó.

Chapuzón mañanero

El día comienza entre las 9 y las 9 y media de la mañana. A esa hora, Antonio se levanta y se da un baño en el mar para luego juntar a la familia y los amigos en torno al desayuno.

Después viene el aseo del remolque, desarmar las camas, barrer, lavar la loza. Mientras los niños del clan se divierten en la arena o en el mar, los adultos comienzan con los preparativos del almuerzo.

Verduras, carne, abarrotes, bebidas. Tienen de todo. Y si algo llegara a faltar, lo encargan a alguno de los invitados que llegan hasta el campamento de los Aguilera, como la prima que ayer salió 'sorteada' con el arroz.

"Llegamos el 2 de enero y pensamos quedarnos hasta fin de mes. Nos gusta esto de compartir con la gente que queremos", explicó el patriarca.

Después del almuerzo llega la sobremesa. No falta la cerveza helada y la buena conversación, los recuerdos y las tallas. Los niños vuelven a jugar, mientras los adultos siguen alargando la tarde entre risas y anécdotas. Hasta que se oscurece y se prende el generador ¿Los más felices? Los adolescentes de la familia, que por fin pueden cargar sus celulares y recuperar la conexión con el mundo.

La hija de parral

A los 13 años Roxana se fue de Arica para armar su vida en Parral. La hija de Antonio hoy tiene 29, dos hijas, se casó y optó por pasar unos días en la playa con la familia que hace tiempo no veía.

"Volver a Arica a ver a mis hermanos me emociona. Como mi papá es camionero, de repente pasa a Parral, pero a mis hermanos no los veía desde hace años. Acampar para mí significa reencontrarse con la familia".

Su padre le juntó la plata para que pudiera viajar con el marido y sus niñitas. Solo estarán dos semanas.

"En el sur se hace un asado, se comparte, se va a la piscina pero por el día. Allá no se acampa porque las playas son más heladas. El clima ariqueño es inigualable y permite darse estos lujos", acotó.