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Imaginar un 2017 mucho mejor

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Se va uno, llega el siguiente y la costumbre obliga a revisar lo que nos dejó el que partió y pensar en lo que nos gustaría para el que llega. Es imposible que un columnista se reste de este ejercicio, cuando se acerca el 1º de enero.

Parto por revisar lo que el 2016 archivó en la memoria. Nombraré los que, para mí , fueron cinco hitos principales en el año deportivo que se va. Es indudable que el título en la celebración del Centenario de la Copa América es, con creces, lo más significativo. Imposible que algún otro logro se le acerque o compita. Además, vino a ratificar lo que se logró en 2015 y nos dejó instalados -con méritos propios- en la élite del fútbol mundial.

Después vendría la participación chilena en Río. Destacada la actuación de Bárbara Riveros y la sobresaliente sorpresa de Ricardo Soto. No hubo mucho más para ilusionarnos, aunque es significativo la gran cantidad de atletas olímpicos y paralímpicos que nos representaron.

Seguimos y nos topamos con los dos torneos de fútbol profesional, que tuvieron como condimento un emotivo final y que dio como desenlace un bicampeón inédito: Universidad Católica. Pero a no engañarse con el nivel de juego, pues dista mucho de lo que pretenden paladares más exigentes. Y tampoco hubo figuras jóvenes que hicieran sus primeras armas y nos alimentaran la ilusión de nuevos cracks en ciernes.

Para el final, una noticia en desarrollo: por primera vez el Ministro de Deportes es un deportista. Alguien vinculado de toda su vida a la actividad. Pareciera que se acabaron los amiguismos y los favores políticos. Esperamos que Pablo Squella responda como cuando recorría las pistas del mundo representando a Chile.

El resto, hechos aislados que no permiten sospechar de triunfos en el futuro; locura en Valdivia al ganar la Liga DirecTV de básquetbol; extraordinaria corona mundial de María José Moya en las carreras sobre patines; gran alegría con el título Mundial de Jaime Pinto Bravo en tenis categoría mayores de 70 años; la actuación de Mónica Regonesi en el Mundial de Atletismo seniors; algunas actuaciones del tenis; la ratificación de que el hándbol es un deporte con mucho futuro; las actuaciones de Nicolás Pereira y Joaquín Niemann en el golf y no mucho más.

Después, este ejercicio obliga a pensar en el futuro. Evidentemente, como a todos, me gustaría que hubiese más campeonatos y títulos para Chile, sus equipos y sus deportistas.

Quiero ir más allá. Tener una mirada más profunda y de largo alcance. Algo que abarque mucho más que un trofeo o una medalla. Algo que responda a una necesidad imperiosa que tenemos como Nación.

A las apabulladoras cifras de sedentarismo y obesidad que nos golpean, pronto se va a sumar una tercera tendencia: la de la poca integración social. Lo digo, pues al llegar a las escuelas, colegios y liceos del país y presenciar lo que sucede en los recreos, uno queda helado. Los niños cada vez juegan menos entre ellos. Suena la campana, salen de la sala, encienden sus teléfonos inteligentes y juegan solos contra la pantalla. No me lo han contado, lo he visto en muchísimos establecimientos educacionales del país. Para mí, una desgracia. Entonces, en un año de definiciones importantes, espero que alguno de los candidatos tome en cuenta las cifras de obesidad, sedentarismo y desintegración social que nos aquejan. Necesitamos un gran cambio en Chile: revertir los crecientes índices de obesidad; empezar a movernos y que la actividad física sea una necesidad; y volver a jugar como siempre lo hicimos, con los amigos en ambientes festivos y alegres. Si en el año que está por llegar alguien propone ideas en ese sentido, querrá decir que el balance del 2017 será muchísimo más positivo: habremos avanzado como Nación.