Es gratificante ver los trabajos que se están haciendo en el centro de la ciudad. El mejoramiento del casco antiguo, con calles más orientadas al flujo peatonal y buscando hacer del centro de la ciudad un lugar con sello propio, más fácil de recorrer y amable con los visitantes, turistas y vecinos, aportan sin duda a la calidad de vida y a la calidad también de la ciudad.

Sin embargo, es momento también de atender aquellos sectores que son o deben ser una carta de presentación de la ciudad, que se han transformado en un punto obligado de recorridos turísticos y que son los primeros que reciben a los miles de visitantes que llegan a nuestra ciudad.

Un caso especial es el del Morro de Arica, particularmente en el sector del ascenso a pie, que parte en el extremo de calle Colón y que continúa con el mirador. Los vecinos del lugar han hecho saber en distintas oportunidades su inquietud por el descuido y la inseguridad que según dicen, frecuentan la población.

Lo cierto es que los diagnósticos ya están hechos y ahora es el momento de tomar medidas. Una de ellas es el recambio de luminarias que contribuirá a mejorar notablemente la iluminación de este sector y con ello, también la seguridad. En estos momentos se ejecuta este programa en toda la ciudad.

Pero otra tarea es poder mantener la limpieza, el aseo y en general, la buena imagen de un sector que es claramente turístico. No es tarea fácil ni menor, especialmente porque no es una cuestión de exclusiva responsabilidad de las autoridades. Más que estar limpiando permanentemente este sector, lo vital es que no se ensucie.

Sí, siempre se agradecerán medidas como la instalación de más receptáculos de basura. También una mantención exhaustiva y permanente a la altura del sector. Es lo que se espera también de otros lugares que no deberían provocar lástima o vergüenza cuando los turistas los visitan.

No se puede dejar de reconocer también la importancia que tienen los mismos vecinos a la hora de defender y proteger sus barrios, más cuando hablamos de barrios patrimoniales. Su denuncia es fundamental para que la ciudad brille.

Desde el ceño fruncido de Fitch que insinuó una baja de la calificación crediticia de Chile, hasta el regalo de un juguete sexual al Ministro de Economía, pasando por las críticas al bajo gasto público en 2017 (motivado por el bajo IMACEC), la quincena ha sido de críticas veladas, ordinarias y populistas (respectivamente), a la conducción económica del gobierno y creo que no se justifican.

Hay que recordar que el Gobierno está en una débil posición financiera pues los ingresos fiscales disminuyen tanto por la baja del precio del cobre, como por la baja del precio del petróleo. Como el Estado "pesa" casi un tercio del PIB nacional, el problema fiscal es fuertemente expansivo.

Pero también hay una responsabilidad por la estabilidad macroeconómica que no termina en el cuadre de caja. Aquí hay más dudas pues empresarios y políticos parecen creer que es necesario aumentar el gasto para mantener el crecimiento aunque eso signifique aumentar el déficit.

Pero Chile es una economía chica y abierta al comercio y los flujos de capitales, de modo que esa receta es como la morfina, sólo alivia el dolor por un rato muy corto y hace mal.

El aumento del déficit debilita el tipo de cambio real y ello perjudica la capacidad de ajuste de la economía pues desincentiva exportaciones e incentiva importaciones.

La solución de fondo es lo contrario, usar el gasto para aumentar el tipo de cambio real y eso se hace restringiendo el déficit como lo ha hecho Hacienda.

El escenario internacional parece ayudar pues por estos días la FED anunció alzas de tasas y el Banco Central se prepara para bajarlas. Ambas decisiones anuncian alzas fuertes del tipo de cambio y los efectos indirectos del alza de tasas de la FED (debiera volver a bajar el cobre), lo reforzarán.

El ajuste hará que la economía cruja por todos lados, será ruidoso, pero, como se dice hoy; aguante Ministro. No queda otra.