Antes de sufrir 8 infartos cerebrales, Patricio Muñoz vivía en Santiago, se dedicaba a la publicidad, era separado y tenía 2 hijos.
Su madre, Berta Carneyro (70), cuenta que luego de estos dramáticos episodios de infarto, "quedó vivo de milagro". "Después de eso vino a Arica con un bastón. Era el verano del 2011, acá nuevamente sufrió un infarto y se quedó para siempre en esta casa, en la que vive mi hija y su esposo. Nos quedamos de allegados hasta el día de hoy, porque ya no se pudo parar".
Desde aquel día que la vida de "Pato" transcurre lentamente en una habitación, donde el único movimiento que hace es cambiar de canal y mover sus ojos cuando le hablan. De la voz le queda muy poco, ya que el accidente lo dejó sin ella.
Tras ese episodio, Patricio comenzó una lucha por la rehabilitación y se le hizo necesario la tenencia de un catre clínico, que lo ayude en sus movimientos y que aliviane a sus familiares el cargarlo en sus actividades diarias.
"He recorrido todo Arica pidiendo ayuda. Me he acercado a la intendencia, el hospital, empresarios y nadie nos ha ayudado. Todas las respuestas han sido negativas. Soy una mujer de 70 años con un hijo postrado que necesita ayuda urgente y acudo a la solidaridad de la gente, al menos con el arriendo de un catre clínico".
Este aparato también le ayudaría a Patricio a combatir las escaras, ya que la cama y el estar mucho tiempo en la misma posición, hace que su piel se escare y, aunque posee un colchón antiescaras, deben estar constantemente sus familiares cambiándolo de posición.
"A mí no me da el presupuesto para comprarle el catre. Su enfermedad es bastante costosa, tengo que comprarle pañales, medicamentos y distintos remedios. Hace poco sufrió accidentes vasculares que lo tienen muy mal, tiene diabetes y está en depresión. Pasó de una vida normal y activa a estar postrado en una cama", relata la madre.
Memoria
Pero Patricio no pierde la esperanza en que lo puedan ayudar. Desde su casa en el pasaje Arcadio Castillo 118, asiente lo que dice su madre cuando cuenta su historia y esboza una sonrisa cuando le preguntan cómo está.
Entiende todo lo que le dicen, su mente y memoria están bien, al igual que sus emociones, están intactas.
De su vida anterior aún le quedan sus hijos, su madre y los recuerdos de cuando era un exitoso ejecutivo dedicado a la publicidad. Ahora sólo tiene sus recuerdos y sus infinitas ganas de vivir.
50 años tiene Patricio, quien permanece acostado en una habitación por su enfermedad.
8 infartos cerebrales ha sobrevivido Patricio con la ayuda de su madre, médicos y familiares.