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Pensando en la renovación

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El célebre dramaturgo y escritor inglés William Shakespeare, dejó muchas obras para el regocijo de la humanidad. Además, una frase para recordarla cada segundo: "Mejor llegar con tres horas de anticipación, que un minuto tarde".

Obviamente, contrasta con aquella con que nos reciben a los visitantes en la Patagonia: "Quien se apura pierde su tiempo".

Debo confesar que llegué muy tarde esta vez. Calculo el tiempo exacto y no tengo certeza, pero deben ser unos 10 años de atraso.

Me explico: estoy en Ginebra participando en una conferencia de deportes. En forma simultánea se dictan charlas de 16 temas diferentes. Los charlistas somos unos 150 (expuse sobre los objetivos de la Fundación Ganamos Todos y después mis ideas de Gobierno en el Fútbol Sudamericano) y hay muchísimos tópicos.

Fui a varias conferencias, pero la que me quedó dando vueltas (y llenó de apuntes mi libreta) fue la del Director de Educación de la Federación de Fútbol de Bélgica, Kris van der Haegen, quien habló de desarrollo de los técnicos y jugadores en su país.

En el obligado ejercicio de resumir, me quedo con esta frase: "Está bueno que los adultos nos quitemos las gafas que usamos habitualmente y nos pongamos las de los niños. Así entenderemos que mundo quieren ellos, que seguro difiere del nuestro".

Simple, directo al mentón. Básico, fácil y tan evidente.

No pensar en lo que uno quiere, sino en lo que los niños buscan. (Hablaba de fútbol, pero sus palabras sirven para cualquiera que quiera educar).

De esa frase espectacular, se fue al campo de juego. Y empezó: "A los cinco y seis años, cancha muy chica, juegan dos por lado. Un delantero y un portero. Lo que más interesa es que tengan contacto con el balón y hagan goles. Que inventen y sean creativos. Se trata de yo y el balón".

Notable. Juego, nada más que juego.

Siguió: "De los siete a los nueve años que "dribleen" lo más posible. Después le van agregando el pase. Ya el juego es de cinco por lado. De los 10 a los 13, tienen pase y "dribling" en cancha de ocho por equipo. En Bélgica, no se dan puntajes en categorías menores de 14 años. No existen las tablas de posiciones".

Otro golpe al mentón. Seguro miles se preguntarán: ¿Cómo? ¿los niños juegan sólo por diversión?

Obvio, si eso es lo que buscan a esa edad. Tener posibilidades de entretenerse jugando. Ya vendrá la presión del resultado.

Seguí rescatando frases y subrayé esta: "En la Selección de Bélgica, todos juegan igual desde la Sub 15. Lo que varía es el tamaño de las camisetas".

Allá practican 4-3-3 en todos los equipos. Privilegian el buen juego, sumando espectáculo. No descartan a un niño a priori por falta de habilidad o por tener un físico precoz. Simplemente, los dejan crecer e inventar.

Para terminar: "No me gustan los técnicos de Play Station. Esos que gritan y se desgastan dando instrucciones a chicos muy pequeños. Esos no son buenos. Tampoco el padre que grita y grita. El que sirve es aquel que deja que los niños tomen decisiones. Qué demuestren su creatividad. Que sean libres para jugar".

Llegué tarde. Si hubiese escuchado esto cuando era presidente del fútbol chileno, sin duda habría intervenido en esta etapa formativa y así habría contribuido en lo que sería una inagotable fuente de renovación: incentivar el gusto por crear, inventar y divertirse como principal herramienta para construir grupos humanos.