Secciones

Joven estudiante viajó becada a China y probó rarezas culinarias

Yainel Kong es alumna de la Universidad Santo Tomás y tuvo la posibilidad de conocer China durante dos semanas como parte de un programa de intercambio.
E-mail Compartir

María José Collado Rojas

Dice que la oportunidad fue una bendición de Dios. Y es que a sus 21 años jamás pensó conocer China, y menos, en un viaje todo pagado, como parte de una beca.

Yainel Maritza Kong Kong , alumna de ingeniería en recursos humanos de la Universidad Santo Tomás, participó de un campamento de verano en el país asiático durante dos semanas, tiempo suficiente para empaparse de la cultura milenaria.

Yainel fue una de las 23 jóvenes del país que fueron beneficiados para viajar a la ciudad de Hefei, Anhui. El programa -impulsado por el Instituto Confucio y la Universidad Santo Tomás (IC UST)- entrega la posibilidad de conocer China y compartir experiencias con otros que, como ella, viven este tremendo desafío.

El ser descendiente de chinos fue la puerta de entrada para postular en junio de este año, a la posibilidad de viajar.

"Un día mi jefa de carrera me llamó urgente a su oficina. Fui sin saber de qué se trataba y me contó de la beca Confucio. No lo pensé dos veces y postulé, a pesar de no manejar para nada el idioma", recordó.

Un mes después se concretó el viaje. La odisea fue de casi 24 horas, con escala en tres países distintos, para aterrizar en China donde además de Anhui, pudo conocer Shangai, la capital económica de ese país.

"Mi tatarabuelo era oriundo de China. Él se casó con una chilena y así se escribió nuestra historia. Visitar esos lugares y conocer la cultura fue en cierto modo, conectarme con mis antepasados. Y fui afortunada porque aparte de ellos, nadie de la familia había podido concretar el viaje", explicó.

La joven ariqueña, quien presenta leves rasgos orientales, comentó que al principio, sintió el típico miedo de enfrentarse a una cultura totalmente opuesta a la nuestra. Sin embargo, su fe le permitió derribar prejuicios y aprovechar a concho la posibilidad.

"Creo mucho en Dios, entonces sabía que él estaba en todo momento conmigo, cuidándome".

Rarezas culinarias

Si hay algo que marcó a Kong fue su paso por los restaurantes asiáticos. Confesó que con los otros participantes del intercambio conoció lugares lujosos, pero que contaban con una carta gastronómica bastante peculiar.

"Allá se toma mucha sopa. Recuerdo que en una oportunidad nos sirvieron una con una gallina entera en el plato, con cabeza y todo. Luego, nos dieron una sopa con una tortuga, también dentro del plato. Esa sí no fui capaz de probarla. Me dio pena".

Sí se animó con los gusanos en salsa picante. "Esos sí que estaban ricos"- recordó entre risas- y es que al salir de Arica se propuso no cerrarse a ninguna posibilidad de conocer otra cultura, aunque incluyera comer cosas jamás imaginadas.

Yainel también tuvo la oportunidad de aprender sobre las bondades del té, así como su preparación y los tipos existentes.

"En China se consume esta bebida a toda hora, incluso en el almuerzo".

Comer con palitos y sentarse en torno a una mesa redonda (las cuadradas casi no se ven) marcaron de igual forma a la estudiante ariqueña.

- ¿Y los carretes?

"Allá están de moda los KTV, que son los karaokes. No encontramos discotheques, así que este es el carrete que uno puede disfrutar. Pudimos cantar temas de Shakira y Jenniffer López, que son artistas conocidas en China".

Otro mundo

La estudiante llegó a la universidad de Anhui a vivir su pasantía. La institución de educación era completamente opuesta a alguna de nuestro país.

"Era otro mundo. La universidad tenía un internado, un restorán, un supermercado, incluso un hotel, que fue donde alojamos. Era un lugar enorme, precioso, con lindos paisajes. Había hasta una laguna".

Comenta que para participar de las clases, se comunicaba en inglés, aunque había una traductora que manejaba el español y eso ayudó bastante a la comunicación. Dice que aprendió palabras y frases claves en chino y que tuvo clases de literatura, historia y cocina. Pero lo más difícil fue la caligrafía.

"Escribir en chino es muy difícil. El profesor nos ayudaba bastante. A todos nos costaba, pienso que escribir es un verdadero arte".

Destacó que China es un lugar donde todo es tecnología, modernismo, luces, edificios...Además es un país limpio y ordenado.

"Los chinos son gritones y negociantes. No son personas de piel, son lejanos, serios, estructurados y rigurosos, no tienen la talla a flor de labios como los chilenos", reconoció.

La ariqueña quedó sorprendida con los paisajes, pues contó que China es un lugar hermoso, más allá de su cultura milenaria.

"El entorno es muy bonito, tanto en la llamada China vieja como en la China moderna, porque se contrastan lugares llenos de árboles o con lagunas y por otro lado, están los edificios enormes. Es un lugar mágico".

- ¿Con qué sensación te quedas después del viaje?

"Es extraño enfrentarse a una cultura tan distinta, con costumbres muy diferentes a las nuestras. Pero volvería a vivir la experiencia mil veces, fue un tremendo regalo".