El desafío de asistir a clases en un país extranjero
En nuestra región, 2.315 niños provenientes de diversos lugares del mundo están matriculados en establecimientos educacionales. Muchos han tenido que enfrentar la tarea de aprender el idioma, labor que llevan a cabo con el apoyo de profesores y compañeros.
El Kike es conocido por llevar de colación unas patas de pollo con ají. Esta sabrosa merienda se la prepara su madre, quien al igual que su padre, es oriunda de China. También le gustan los caramelos de ginseng a la hora del recreo, aunque dice que no tienen buen olor.
Él, como sus progenitores, nació en el país asiático. Llegó a Arica a principios de este año, porque, según cuenta, existe parte de su familia viviendo en este lado del mundo.
Kike en realidad se llama Zhengjie Shou y cursa sexto año básico en el North American College (NAC). Sus compañeros decidieron cambiarle el nombre porque el original es casi impronunciable. A la inversa, el niño se expresa en un español bastante entendible.
Según un informe del Departamento de Planificación y Presupuesto de la Seremi de Educación, a la fecha existen 2.315 alumnos extranjeros matriculados en los diversos establecimientos. Esta cifra representa el 4% del total de estudiantes en la región.
Aunque la mayoría de los niños provienen de países cercanos como Perú y Bolivia, además de Colombia y Ecuador, hay menores que llegan desde lugares lejanos como Israel, Tailandia, Luxemburgo o Noruega.
Jornadas eternas
Erika y Daniela son hermanas. La primera cursa octavo básico y la segunda está en cuarto. Ellas llegaron hace dos años a Arica junto a un hermano, su madre y una tía. A pesar de que no tuvieron problemas de adaptación porque el español también es su lengua materna, sí asumen que extrañan mucho el país que las vio nacer.
"Acá pasamos muchas horas en el colegio. En nuestro país hay dos jornadas. O vas en la mañana de 8 a 12 del día o en la tarde de 13 a 17 horas. Acá el día se hace eterno", comentan.
Estudiar en República Dominicana es muy similar a estudiar en Arica, aunque también reconocen que los cursos suelen ser más pequeños, de no más de 30 alumnos por sala.
"Extrañamos a nuestra familia, a los amigos. Acá han sido muy acogedores con nosotras, pero la gente es distinta, todo es distinto".
A diferenca de las dominicanas, Zhengjie tuvo que aprender el español para poder desenvolverse. Este fue un tremendo desafío no solo para él, sino también paras sus profesores y compañeros.
"Fue una tarea difícil al principio porque los padres de Kike solo hablan chino. Todo el español que maneja es porque lo ha aprendido en el colegio, con la entrega y paciencia de sus profesores", explica Rodrigo Bustamante, inspector general del NAC.
La facilidad innata que tienen los niños para adquirir otra lengua queda en evidencia con Zhengjie que se expresa con naturalidad y desplante.
Cuenta que en su pueblo la jornada de clases es aún más larga que en Chile y que los profesores son respetados. La disciplina es parte de las clases, no están permitidas las conversaciones, los gritos ni los juegos...para eso existe el recreo.
De roma a la d-4
El mismo boletín de la Seremi de Educación demuestra en detalle la cantidad de alumnos matriculados en los distintos tipos de establecimientos que existen en la región.
Las escuelas y liceos municipales albergan a un total de 1.479 estudiantes extranjeros, mientras que los colegios particulares subvencionados a 707 alumnos. Los particulares, en tanto, suman 34 niños.
Carolina Trigo es ariqueña casada con un italiano. Vivieron en Roma hasta el año pasado, cuando por una crisis económica decidieron buscar un mejor vivir en Arica.
Desde entonces, junto a Alessandro instalaron una pizzería y sus hijos Valentina y Giacomo se matricularon en la Escuela D-4, República de Israel.
"La educación acá es muy buena. Me gusta que estén uniformados porque eso les da un sentido de pertenencia con la escuela. Nuestros hijos se han adaptado bien, sobre todo la mayor, que tiene 10 años. A Giacomo le ha costado un poco porque extraña Italia", cuenta Alessandro Mosca, padre de los niños.
En la República de Israel todos ubican a los hermanos italianos. Sobre todo a Giacomo, quien llega a la sala saludando a sus pequeños compañeros de kinder con un 'Buongiorno'.
Su hermana mayor dice que a él le ha costado adaptarse al cambio y aún más, al idioma.
"Hemos tenido que aprender algo de italiano. Lo básico, para poder entendernos. Estamos reforzándolo constantemente, pero él prefiere siempre su lengua materna. Ha sido un proceso de aprendizaje mutuo y de a poco hemos avanzado", relata Daniela Carreño, educadora de párvulos del niño.
Parte de la adaptación también incluye el someterse a reglas, considerando que la educación prebásica italiana difiere de la chilena.
"En el jardín que estaba Giacomo nos cuentan que era todo más libre. El alumno decidía si quería pintar, dibujar o jugar. Acá hay normas, horarios y planificaciones", detalla.
Valentina, a diferencia de su hermano, habla un español perfecto que asegura, aprendió en la escuela con sus compañeros de curso.
"Tengo buenas notas y estoy en una academia de periodismo. Me gusta Arica, porque es tranquila, aunque extraño a mi familia y a mis amigos italianos", expresa.
Joven argentina
Rocío Pereira es una de las 20 alumnas argentinas que se registran como matriculadas en alguna escuela local. Alumna de primer año medio en el Liceo Artístico Doctor Juan Noé, la adolescente comparte con sus compañeros pero siempre extrañando a su natal Mendoza.
Llegó a Arica cuando cursaba sexto básico. Cuenta que adaptarse a esta nueva realidad no fue tarea fácil.
"Encontraba a la ciudad demasiado tranquila. No había mucho que hacer. Mendoza se parece más a Santiago", explica.
Los primeros años fueron complicados también porque sus compañeros se burlaban. "Me molestaban por el acento, eran súper pesados. Decían palabras que yo no entendía, entonces, fue difícil".
Con respecto a las diferencias que puede notar con la educación argentina, Pereira cuenta que en el vecino país las jornadas de clases son de 8 de la mañana a las 1 de la tarde.
También detalla que los contenidos están más avanzados y que incluso cuando llegó, la materia que le pasaban los profesores ella ya la había visto.
"Veo una diferencia en la forma de enseñar las matemáticas.
Acá enseñan distinto a multiplicar y dividir. Al principio cuesta, pero con voluntad uno se adapta y al final todo resulta bien".