El Temucano recordó cuando vivió en Arica y trabajó en el Manhattan
Cuenta que se vendían "relojes por kilos" y se preguntó, sobre el escenario, por qué la ciudad no ha vuelto a surgir.
Tras presentarse en el Teatro Caupolicán en su último show de dos horas, pero el primero de una nueva etapa en donde cantará con puro sentimiento sobre el escenario, Tito Fernández, El Temucano, tuvo una agradable y cercana presentación en Lluta donde recordó los años de su juventud en los que vivió en Arica, ese Arica donde "había más gente de noche que de día".
Arica Bohemio
En los años del Puerto Libre, es que Tito Fernández siendo veinteañero vivió en la ciudad y lo que más le quedó marcado es que "vendían relojes por kilo".
Este ejemplo de lo bien que fue la economía local, no es todo lo que recordó el Temucano, si no que la forma en cómo vivió su estadía acá.
"Yo cantaba en el Manhattan cuando era lo más elegante que había en Arica después del casino, que en esos tiempos el casino era lo mejor de la noche, pero de todos los días, no sólo del fin de semana".
Tito Fernández cantó en la orquesta de un hombre de tango famoso que tuvo una hija que fue reina de playas. "Después comencé a cantar en el Hotel Azapa, después iba al Casino y generalmente terminaba en el Manhattan y después terminaba en el Blue Star. Todo este recorrido de cantar era una cosa de pueblo, donde yo me sentía mejor que en cualquier parte. En Arica había más gente de noche que de día".
Todos estos recuerdos hicieron expresar a Fernández que ama a Arica y que no había venido hace tiempo, porque no se había dado, "cada vez que me inviten volveré", dijo antes de despedirse de Lluta.
Sobre el escenario, se preguntó por qué Arica no ha vuelto a sus años de resplandor que vivió en carne propia.
Lleno de adrenalina
Solo unas horas antes de su presentación en Poconchile, El Temucano hizo su último concierto de 2 horas y cuarto en el Teatro Caupolicán repleto, porque ya con 75 años, inició una nueva etapa en su vida y se despidió de la anterior.
"Uno sale en el escenario y deja el corazón en el camarín, porque en el escenario un artista no debe sentir nada. Eso enseñan los viejos maestros. Eso hice durante 56 años. Anoche (el viernes) salí e hice lo contrario, fui yo, canté con el corazón, me puse a llorar con una canción".
Desde ahora realizará presentaciones más cortas como la que mostró el sábado en el Festival del Choclo, en donde con su picardía y temas agradó al público que valora las raíces del folclor.
Al igual que Quilapayún, el Temucano no alcanzó a probar los productos típicos del valle porque vino con poco tiempo. Quería volver luego a Santiago para aprovechar de estar con dos de sus hijas que visitaron Chile desde el extranjero (Miami y París).